25 ago 2012

Esperemos la primavera

Serán las piedras que se clavan en la arena al reposar este cuerpo que el calor atonta. Los picotazos de perfume barato, las noches frente al ventilador durmiendo e imaginando algo.

Mis presos pensamientos, mis alas atrapadas en este cuerpo; son solo lamentos de todo aquello que nunca seré.
Me sobran los escombros en mi tiempo, me alían con la vida los resquicios del tuyo, las fantochadas, las panochadas que en forma de hoja que caen al suelo inundando mis pies.

Ya no ciega el mar; la brisa no te lleva por los caminos donde andabas descalzo: parece que mis sombras del pasado no me dejan ver tras el cristal. Que los autobuses rojos miran tristes al pasar, que la noche ha sido en vela, que la vida solo acaba de empezar.

Es la falta de optimismo, el conformismo de aconsejarme al oído, los sueños cumplidos, los globos de una fiesta a la que nunca fuimos. También sobran los motivos, nos enloquecen lo patriotismos, los falsos expresismos expuestos en cualquier resquicio de nuestra piel.

Saldré otra madrugada sin hacer ruido, sin despertarte del delirio. Esperaré aquí, como un niño en un columpio, en las rejas de su cama que le guardan de una caída asegurada y que desea que llegue la primavera y que aquí no pase nada.


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