23 ago 2013

Dios en Agosto está de vacaciones

El trabajo es el reino del exceso, un beso con sabor a despecho.
Que los viernes no son y los lunes nunca llegan.
No hay tregua ni compás, la furia y el deseo cogidos de la mano:
hurgan en mi pantalón.
Soplan vientos mejores, bóvedas acorchadas y mojadas, sinfonías desafinadas.

Se mira y no se toca, se mima y lo disfrutas.
Sigue subiendo, la cuesta está cerca.
Las sobras, la niebla, las sombras que nos acechan.
Y no es que no quiera, es el acongojo,
el pecho de lobo, el lodo que queda cuando el mar se lleva la arena.

Las estaciones me regañan: me dicen que dónde voy, cobarde.
El frío verano es una ilusión
y en primavera los poros son lo que sobra, los despojos de un "lo siento".
Que ya no queda casi nadie, que sobran los motivos;
la melancolía como medicina, estropeando el paisaje:
la isla del tesoro que un día conquistamos, el lugar donde aquél día fuimos capitanes.

Somos la sorpresa desvelada,
el somnífero que de madrugada mezclas con café solo con hielo.
Que Dios no perdone, no despierte de esta incertidumbre,
y no le tiemblen los nudillos del azote.
La vergüenza, la desidia, y el desengaño:
la orgía perfecta que cada noche se enfarlopa.

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