20 sept 2014

La receta de la rutina

Creo que más de uno nos hemos preguntado cuáles son los ingredientes para sobrevivir a la rutina, a nuestro día a día.
Partimos de la premisa de la repetición, de hacer siempre lo mismo, de ver a las mismas personas, que con mayor o menor suerte te puedan caer en gracia. La cuestión es que no siempre que suena el despertador nos tenemos que levantar con los mismos ánimos y motivaciones.

En mi opinión, creo que es crucial tener muy bien alineados los chacras que con una pizca de paciencia mezclada por un montón de ignorancia -del vocablo ignorar-. De esta forma, podremos rozarnos con cierto cariño a la almohada por las noches y tener la conciencia bien tranquila. El sueño reconfortante es básico.
Otro factor a tener en cuenta, es que las cosas te importen lo necesario: las proporciones justas para que no te suden los genitales ni tampoco te caigan las gotitas por la frente. Que te cruzas con algún indeseable con el que detestas compartir cosas tan básicas como el oxígeno o el wi-fi: no pasa nada. Respiremos hondo, retenemos aire y así por lo menos renunciamos a una de las dos cosas. Tenemos que aprender a no hacer aprecio, en serio, que jode más.
Y por último y no por ello más necesario: sonreír, en TODAS sus vertientes. Poder descojonarte y buscar ese lado hijoputesco de las cosas, faltando el respeto únicamente a aquellos que no se respetan ni a sí mismos. Esto es importantísimo. Pero para conseguirlo es imprescindible que uno sepa cuáles son sus virtudes y cuáles sus carencias, sus filias y sus fobias; de lo contrario te podrán hacer sentir mal muy fácilmente, y tampoco es cuestión de esto. No confundir tampoco con aquello de parecer que estás bien anímicamente porque estás riendo. Confirmado está que hay un gran porcentaje de personas suelen que parecen estar de buen humor y por dentro tienen un caos emocional importante; supongo que por algún lado tendrá que salir, ¿no?.

En definitiva, que ahora que los septiembres, como si fueran agentes de Matrix nos persiguen repitiendo nuestro nombre y construyendo la rutina como si de un monumento fallero se tratase, estos son algunas sugerencias, consejos, e incluso advertencias que yo creo que bueno, mal del todo no te pueden ir.

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