26 dic 2011

Navidad en los bolsillos

Vienes a buscarme por Navidad. Dices que son tiempos de familia, de cambios, de reconciliación, de búsqueda de nuevos proyectos.
Las luces de la calle, los bochornos de la gente cargadas con más bolsas que ganas, con menos dinero, pero con las mismas ansias de gastar que cada año.
Señores, las pascuas han llegado. Las aceras no nos dejan cogernos de las manos. El frío es paliado con un chocolate caliente y un flexo ilumina unos papeles que te miran con cara triste esperando el calor de tu compañía.

Bienvenidos la época del año más falsa que ha inventado el consumismo hoy por hoy. Cambiemos nuestros fracasos por el capricho de unos zapatos nuevos. Hagamos como que tenemos una familia que nos quiere y que nos entiende, aunque solo sea por esos platazos que te obligan a engullir.
La época por excelencia donde envuelven con papel Albal la soledad que durante todo el año intentas esconder; ahora es el momento de regalarla.

El otro día, en uno de esos clásicos navideños que es ir con un viejo amigo el día de Nochebuena al cine, le hice la pregunta más inocente que se le puede hacer a alguien "¿Cómo se plantean estás Navidades?". Sorprendente respuesta:
"Con poca ilusión, la verdad. Cada año menos. Serán cosas de la edad, pero es como que la ilusión se va perdiendo con los años, ¿no?. Ahora ya no tienes tanta ilusión para levantarte cada mañana..."
En cuento terminó, enmudecí. Y en forma de suspiro me salió un "ya...".
Qué decir cuando ves que en el fondo tiene razón, y ves alentado tu melodramatismo patológico.
Pero quizás suene un poco más duro, más empático, cuando sale de la boca de otra persona...

Te ves con casi 21 y todo por hacer. Además ves como tu ilusión en forma de montaña rusa te va jugando malas pasadas, dando golpes de un lado para otro, casi sin ver donde caerte, donde abarcar tus brazos.
Y lo más desalentador, es ver cómo la gente que te rodea va haciendo su vida, va fabricando sus proyectos, se equivocará más o menos, pero ahí va. Sin embargo, tienes la sensación de ir sobreviviendo a los días. Vas saltado baldosas inestables como si de un videojuego se tratase...

Lo sorprendente es que pese a todo, has logrado recuperar el vuelo, has logrado que te saquen una sonrisa, has ganado en ilusión, y quizás en autoestima, algo que nunca habías sabido qué era.
Terminas el año con la sensación de haber aprendido cosas, como pasa siempre, pero de todos modos, has seguido cometiendo los mismos errores, los mismos fracasos.
Pero si hay algo que poca gente me podrá reprochar es esa autenticidad, como punto fuerte de uno mismo...

Me preguntaban anoche que si esperaba algo ya de este año. La respuesta es rotunda; no.
No espero nada en estos días que restan de un año como este, que me dio todo cuanto hubiera querido para empezarlo y después por mis 20, me lo quitó todo; me dejó tirado como un perro en la autopista.
Luego me dio estabilidad, quizás lo que necesitaba. Y para la recta final de él, me dio personas; me enseñó que había estado perdiendo el tiempo, y que nada ni nadie puede conseguir impedirme ser yo.
Por eso, mediante esas personas, aparecidas casi por sorpresa, que encontré casi tropezando, una vez más he podido descubrir lo equivocado que he estado.
Es por esto que prefiero que me deje como estoy, que al final, no se está tan mal. Como mucho pido que, como si fuera una serie de televisión en la que una temporada va a acabar, me crease una trama, algo que me enganche, que me de una ilusión para la siguiente, para el año entrante. Puede sonar un poco raro, pero la ilusión es demasiado importante, y más en estas fechas tan delicadas y marcadas, en las que las sillas empiezan a desaparecer de la mesa.

¿Es una fiesta entonces para los que estamos? ¿Para celebrar que estamos vivos? ¿Para recordarnos algo...a alguien?
No me gusta ese mero trámite de felicitar estas fiestas, porque no sabes si para el que tienes delante van a ser unas felices fiestas...

Esta es la Navidad que hemos inventado; la carente de sentido, la del frío y calles abarrotadas. Y en mi caso, la de la mesa llena de apuntes y con el culo inquieto porque alguien me saque a pasear...
Es así, no es ni más ni menos triste.

Por cierto, antes de que se me olvide: Feliz Navidad, que todos tus deseos y proyectos se lleven a cabo y encuentres esa felicidad que todo el mundo busca.

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