25 ene 2016

No me encuentro

Un laberinto, una curva que no termina, una pesadilla que añora ser sueño, un papel sucio y arrugado, un vestigio de algo que todavía encuentro.
Es como un caminar en círculos, la pescadilla que no tiene cola, aquel que muerde el aire buscando esconder otro suspiro que llevarse a la boca. Nadie nunca excepto yo; todos incluso salvo yo. El eterno mí me conmigo pero sin mí. El falsete que suena a perdición, ese eterno farandulero que cada mañana se mira al espejo y que nunca aprendió a decir "no".
Uso caparazón, intento esconder el eco del latir de este inestable y desastrado corazón. Corte y confección para decorar estos días que vuelan como esas dichosas golondrinas. Parece que se me olvidó aquello que llaman respirar, que a ello me cuerpo se acostumbró, que a pisar con los dos pies en el suelo mi alma me obligó.
Quizá es la ventaja de la mala vida, puede incluso que nunca se me dieran bien eso que algunos se empeñan en llamar despedidas. Además de eso, nunca supe querer, se me ha dado mejor mucho el olvidó, ese torpe que camina con destino uno mismo. Se van deshaciendo los lazos, los malos gestos y torpes pero que sé que ya no te hacen daño. Porque fue mejor lo de alejarse, pero no sé llevar eso de que sea tanto.
Sin más, me guardo todo aquello que hace daño. Encuentro melancolía en los bolsillos, en cada muestra de cariño. Y...ya ves, parece que el horizonte pilla mucho más lejos de lo que se halla mi ombligo.
Y aunque me considere perdido, quiero pensar que estoy en el camino. Pero es que ciertamente, hoy no me encuentro ni en él ni en ningún sitio. Quizás esto se solucione con apagar la luz y esperar que mañana asome la otra media luna por Bagdad. Puede que incluso esto solo cambie pegando un buen portazo maleta en mano. En verdad, tampoco creo que pueda acabar por importar a nadie; un solo punto en este insufrible universo.

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