No importaba el tema, solo esperar que salga solo.
Pero ahora mismo se pierde entre los días sin reloj, sin tiempo y sin encontrar las nubes que tumbados un día imaginamos tocar con la punta de la nariz por siempre.
Nada nos queda. Nos encontramos perdidos en este jardín, viendo como la vida nos persigue en este barrizal, en este lodo sin ropa que nos viste con la vergüenza que nos sopla en nuestra nuca.
Soldaditos de plomo con más movimiento que nuestras pestañas al mirarnos, al esbozar una sonrisa irónica.
Yo no quiero ni contigo, ni sin ti. Baldosas que recuerdan exactamente donde estuvimos, las escaleras que han visto y callado tantas cosas. El viento, acompañado de unos atardeceres de vértigo, nos puso en nuestro sitio; luego nos difuminó, nos hizo deslizar por un tobogán infinito hasta perder la vista de nuestros cuerpos.
Nosotros, inconscientes, giramos la vista y echamos a caminar: pensé que yo solo podría continuar. Nos hacemos mayores y ahora, de aquellos sueñosrealidad solo queda el recuerdo, el crecimiento de niño a menos niño, e incluso la duda...qué duda...
"Promete que esto será para siempre, que nada ni nadie podrá con esto. Y que si llega ese día, les contaremos a nuestros hijos nuestras historias. Los relatos de unos superhéroes que aprendieron a vivir juntos, sintiéndose inmunes a cualquier cosa mala que este mundo. Cuéntales que un día fuimos las personas más felices de este mundo, que todo era perfecto."
Nos daba miedo nuestro futuro, solo teníamos presente. Y con más de mil aventuras que nunca nadie sabrá, porque solo son nuestras, nos colamos en la cima de la montaña viendo el infinito de este planeta, subiendo a lo más alto, soñando desde lo más bajo de tu cintura.
Como toda historia... ya saben.
Y me encuentro en medio de este mar de dudas, de reencuentros con la segunda fase de mis boladas, me busca la pieza de este Tetrix que en forma de cuadrado que nunca encaja y siempre molesta al despertar cada mañana.
Donde el talento queda a un segundo lado dejando al descubierto las ganas impetuosas por mover un pie de esta cama, que es el lecho de muerte de las hojas del calendario: la manta que arropa mis pensamientos, y los convierte en forma de pasado en realidad.
Y lo bien que se está ahora abrazado...