27 nov 2011

Domingos

Y parecía que era ayer. Despegábamos, nos echábamos a volar.
No importaba el tema, solo esperar que salga solo.
Pero ahora mismo se pierde entre los días sin reloj, sin tiempo y sin encontrar las nubes que tumbados un día imaginamos tocar con la punta de la nariz por siempre.

Nada nos queda. Nos encontramos perdidos en este jardín, viendo como la vida nos persigue en este barrizal, en este lodo sin ropa que nos viste con la vergüenza que nos sopla en nuestra nuca.
Soldaditos de plomo con más movimiento que nuestras pestañas al mirarnos, al esbozar una sonrisa irónica.

Yo no quiero ni contigo, ni sin ti. Baldosas que recuerdan exactamente donde estuvimos, las escaleras que han visto y callado tantas cosas. El viento, acompañado de unos atardeceres de vértigo, nos puso en nuestro sitio; luego nos difuminó, nos hizo deslizar por un tobogán infinito hasta perder la vista de nuestros cuerpos.
Nosotros, inconscientes, giramos la vista y echamos a caminar: pensé que yo solo podría continuar. Nos hacemos mayores y ahora, de aquellos sueñosrealidad solo queda el recuerdo, el crecimiento de niño a menos niño, e incluso la duda...qué duda...

"Promete que esto será para siempre, que nada ni nadie podrá con esto. Y que si llega ese día, les contaremos a nuestros hijos nuestras historias. Los relatos de unos superhéroes que aprendieron a vivir juntos, sintiéndose inmunes a cualquier cosa mala que este mundo. Cuéntales que un día fuimos las personas más felices de este mundo, que todo era perfecto."
Nos daba miedo nuestro futuro, solo teníamos presente. Y con más de mil aventuras que nunca nadie sabrá, porque solo son nuestras, nos colamos en la cima de la montaña viendo el infinito de este planeta, subiendo a lo más alto, soñando desde lo más bajo de tu cintura.

Como toda historia... ya saben.
Y me encuentro en medio de este mar de dudas, de reencuentros con la segunda fase de mis boladas, me busca la pieza de este Tetrix que en forma de cuadrado que nunca encaja y siempre molesta al despertar cada mañana.
Donde el talento queda a un segundo lado dejando al descubierto las ganas impetuosas por mover un pie de esta cama, que es el lecho de muerte de las hojas del calendario: la manta que arropa mis pensamientos, y los convierte en forma de pasado en realidad.

Y lo bien que se está ahora abrazado...

24 nov 2011

Nos vemos en el mar

Se contagian los bostezos, la vergüenza a flor de piel. La hiel hemos probado, la noche todavía no ha empezado.
Sinos nuestros caminos a desaparecer. Gritar aquello de “doctor no soy nadie”. Especias que amargan por donde el pepino, que en estos momentos no quiero puñales, que ya con mis propios malabares me he clavado bastantes.
Carente de sentido cada instante, cada lisonjero espacio entre las risas y el llanto, entre una sonrisa y las lágrimas que mojan estos papeles.
Parece que nadie puede entrar en ti, barrera humana: nadie dejas conocerte. No lo necesitas, eres casi inmune a cualquier sentimiento, ¿me estaré volviendo humano?

Nada vuelve, deja huellas ante pasos acelerados. Sembrador que siembra, espera bajo un árbol y ve cómo la tormenta se lleva lo que tiene.
Los paraguas de estos días no dejan pasar las gotas mojadas, los abrazos rotos maltratados por despojos, por absurdos inexplicable.
La parálisis detiene mis pensamientos, me convierte en vegetal andante. El sillón esconde historias entre sus brazos, besos guarros, abrazos a la luz de la calle.
Me gustaría pero no podemos. No estamos preparados. Pero sin embargo lo echo de menos. ¿Se puede añorar algo que no tienes? Una gran persona me diría y con razón que sí. Y hoy contigo mi respuesta también sería afirmativa.
Pero no. No nos encontramos en nuestros caminos, no se buscan nuestros labios, no se ensucia nuestro presente que con nuestras miradas hablan por sí solas, por los deseos irrefrenables por sacar de ti algo más que una sonrisa de simpatía.
Hermano mayor, cómplice y traidor. Sensacionalista por doquier, pensando en lo que quisiéramos ser y somos.
Nos vemos en el mar.

14 nov 2011

La historia inempezable

Él la mira, como el que mira un espejismo, como el que observa la transparencia de un cristal y se ve reflejado en él.
Ella agacha la cabeza, y sonríe escondiendo sus labios; nadie había cogido su mano de la forma que lo hace él.

La chica, pelo negro, mirada con luz, tranquila, pero con un saber estar y unas carcajadas que rompen los esquemas de lo físico.
El chico, un tarambana, un loco, un excéntrico, un visionario; melancólico por definición, imperfecto por conclusión.
Ellos, ajenos, se esperan, se impacientan, se contradicen con la mirada, se desesperan con la esperanza de esperarse, con la inconsciencia del no saber.

Jóvenes e irresponsables gastan los segundos pensando en qué quieren ser y no en darse cuenta de realmente qué son.

A ella le parece interesante, esa elocuencia con la actúa, esa incorrección al reírse con/sin respeto, esa incógnita matemática que no logras entender y sin embargo crees que conoces.
A él le parece que es la corrección, lo que él no es, el complemento perfecto. Ese esconder la mirada, ese contigo, esa despedida con ganas de verte, de vernos. Y es ese desconocimiento de lo desconocido, esas ganas de conocer...

Nada que todo nos hayamos nunca dicho, todo lo que jamás, buscamos en los bolsillos restos de algo que no tuvo lugar; no era nuestro, pero ya ves, nos ha hecho encontrar.
Se agachan a recoger la misma moneda, fuman cigarrillos diferentes, comparten el mismo fuego.
Imagina que nos sentamos, copa en mano, charlamos, nos descojonamos, nos- quizás- olvidamos de todo. Cabeza en hombro, mano que recorre tu espalda buscando tu cintura y engancha como un tetrix con la tuya. Aprieta fuerte que me caigo; que no aguanto tener tan cerca tus labios, coge fuerte mis dedos que se deslizan por tu camiseta buscando un hueco por el que colarse y rozar así tu piel, solo con la puntita- de los dedos-.

La noche se enciende, la luna se apaga. Las estrellas no acompañan esta desajustada velada, estos consuelos de la nostalgia, esta playa sin agua, esta metralla para mi medalla al ganador del solitario del día, del que camina por el bulevar de los sueños rotos, escuchando cualquiera del flaco, tarareando...

11 nov 2011

Volver

Despacito, sin prisa, tocando cada instante con la punta de los dedos, el tiempo se deshace entre nuestras manos como cuando estrujas un puñado de arena; al fina solo quedan los restos, las partículas que han logrado coger mejor sitio.

No sabemos dónde podemos llegar, ni siquiera en muchas ocasiones, dónde nos encontramos. No me canso de repetir que cualquier persona que sepa estar del modo correcto en cada lugar en concreto, tiene media vida solucionada. Yo nunca supe. Pero quizás por eso, no paro de decirme aquellas cosas que serían buenas para mí pero que, sin embargo, por falta de costumbre, por amor a la incorrección, por la falta de ganas...nunca me encargo de hacer.

Pero sabes, todas las incorrecciones a lo largo de nuestras vidas son las que nos han llevado a cada uno al lugar donde estamos.
Muchas veces nos pasamos muchas horas pensando en cosas del pasado y del futuro, olvidándonos de lo más importante que tenemos; el ahora. Dice la canción que no hay más futuro que el instante.

Mientras tanto, las paredes se caen dejan desnudas nuestras miradas.
A unos centímetros los huesos, los labios pegados, desnudos ambos, tumbados, esperando que caiga un meteorito, alguna estrella fugaz, que destruya este momento.
Parecía que no teníamos más que nuestros brazos, el bordillo de una escalera no era lo más cómodo, pero tenerte sentada entre mis piernas, con los brazos entrelazados, el olor de tu pelo, la droga más dura de aquel momento.
Es todo perfecto, la suficiente luz indirecta como para ver la silueta de nuestros cuerpos; mientras nuestras mentes hacen el amor.
Momentos mágicos, pero quizás, el más simple, o no, según se mire, es el que más cala.
Ahora, vuelves donde empezó todo, donde he tenido que pasar muchos días sacando una sonrisa a cada rincón que escondía un recuerdo, e imaginando que podía decirte aquello de "¿te acuerdas de...?'". Pero mi voz se apagaba al ver que ya no estabas, que ya no quedaba nada; solo el recuerdo de que cualquier tiempo pasado siempre fue mejor.

Ahora, cada mañana, me asomo a la ventana, esperando encontrar más que un frío de cojones; esperando ver que alguien me espera abajo con ganas de verme; esperando que sorprenda con algo nuevo, que le agarre por la mano y le de una vuelta como una muñeca de una caja música y que al compás acompañe el susurro de "eres preciosa, pero es que hoy, me encantas".

Nada es eterno, nada es por nunca, nunca es nada...Pero siempre hay algo que es para siempre, que todo es para siempre, y que siempre es todo.

3 nov 2011

Ya


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Las paredes caen. Los vestidos se deslizan entre arrumacos, nuestros ojos. Ya nadie lo entiende. Ya nadie me entiende.
Deshace los pliegues en trozos de hielo, de desechos de nuestros huesos, de los huecos dejados por la ignorancia y el absurdo.
Entre el nunca y quien sabe se esconde. Entre el bochorno de verte conmigo, de tomarnos algo, de cena con velitas para dos, de obviar lo que ninguno nos atrevemos.
Ahora todo se complica, parece que todo sea mentira. Que un abrazo se funde en fuego a nuestros brazos, mi mano que recorre con los dedos tu espalda, y que sin querer, baja más allá de la cintura.
Sonemos divertidos. Ahoguemos nuestros gritos. Guarda el aire de nuestros suspiros en un vaso de cristal, donde nada pueda escapar de nosotros, donde siempre suene una música que en forma de banda sonora sella nuestra vida, perpetua nuestros días.
Y en esta gran obra sigue pasando la gente. Casi sin avisar, la trampilla se vuelve a abrir, las decepciones me vuelven a decepcionar, las sorpresas...ya no me sorprenden.
Pero, joder, al final siempre quedamos los mismos. Alguien me dijo hace unos días que parece como que continuamente se repiten las mismas historias; únicamente cambian...los personajes.
El telón se deja caer a la escena dejando a oscuras toda la sala. Parece un entreacto, una breve pausa en esta fratricida obra. Nadie se levanta, los actores permanecen inmóviles pese a que nadie los ve, nadie contempla esta escena.
Parece que este triste melodrama, que esta triste mentira, eficaz pero mentira, obnubila al espectador. Nadie me cree cuando miento. Todos lo hacen cuando digo la verdad.
Los días se consumen entre mis dedos. Entre hojas de calendario que rasgan nuestras mentes, nuestros presentes. Los ceniceros rebosan, muestran la pasión acumulada, las mierdas no perdonadas, las miradas sin mirar.
Pero ojo, pequeño. Mira lo que tienes ahora. Puede que no sea el conjunto de vida que siempre soñaste, pero siendo objetivos no está mal. Quizás suspiras demasiado fuerte, quizás beses demasiado lejos de sus labios, quizás el tiempo y calendario no se han encontrado entre nuestras manos.