23 ago 2013

Dios en Agosto está de vacaciones

El trabajo es el reino del exceso, un beso con sabor a despecho.
Que los viernes no son y los lunes nunca llegan.
No hay tregua ni compás, la furia y el deseo cogidos de la mano:
hurgan en mi pantalón.
Soplan vientos mejores, bóvedas acorchadas y mojadas, sinfonías desafinadas.

Se mira y no se toca, se mima y lo disfrutas.
Sigue subiendo, la cuesta está cerca.
Las sobras, la niebla, las sombras que nos acechan.
Y no es que no quiera, es el acongojo,
el pecho de lobo, el lodo que queda cuando el mar se lleva la arena.

Las estaciones me regañan: me dicen que dónde voy, cobarde.
El frío verano es una ilusión
y en primavera los poros son lo que sobra, los despojos de un "lo siento".
Que ya no queda casi nadie, que sobran los motivos;
la melancolía como medicina, estropeando el paisaje:
la isla del tesoro que un día conquistamos, el lugar donde aquél día fuimos capitanes.

Somos la sorpresa desvelada,
el somnífero que de madrugada mezclas con café solo con hielo.
Que Dios no perdone, no despierte de esta incertidumbre,
y no le tiemblen los nudillos del azote.
La vergüenza, la desidia, y el desengaño:
la orgía perfecta que cada noche se enfarlopa.

14 ago 2013

Colgar

Sin paliativos ni dejes del sur sino con plegarias a los viejos dioses. La sombra desespera, la espera me altera en este invierno estival.
Que en el pasado nunca estuve bien, que me quedo en el presente, con permiso de mis disidentes. Querer que quiero querer, y envejezco con las hojas del calendario, con los días de fracaso, con los que quedan después de haberme marchado.
Me estresa la incompetencia, las bajezas sin gracia, las noches en las que no se acaba la botella. Me duermo en mis esquinas, me abruman las tonterías de más de 26.

Me paso el día calculando los meses próximos, planificando los segundos no vividos. Y es que no puedo saber si estoy en el camino, si puedo servir, si me como el mundo o el mundo me come a mi.
He visto la maldad en persona y le he llamado "hija de puta"; no tengo tiempo para más. 

Si quieres nos vemos en la siguiente esquina y nos besamos, nos escondemos de nosotros mismos, nos buscamos en los espejos, en las falsas miradas de inexpresivas que lo dicen todo.
Volemos a ninguna parte, sentémonos en la misma mesa: volvamos a ser como antes.

La cerilla me arde, el tiempo es un complejo, la duda un lamento.
Que sin ti me cuesta, que sin ti no siento.
Los caminos se vuelven obtusos, los besos secretos. Las pestañas son el viento que nos lleva, la sorpresa de cualquier deseo de aprendiz, las historias que siempre quise olvidar no recordando si hablaban de ti o de mi.

Viejos bancos en el parque, gastados de ver pasar, de dar de comer a las palomas que mañana volarán. No quiero ni puedo. Ya perdí la dignidad, ya he vaciado el bolsillo ajeno; ya no puedo permitirme más cuentos.

Volver a empezar. Como si un año no hubiera pasado, como si aquí no pasara nada; como si mañana por la mañana las cagadas se tornaran hazañas y las victorias dulces epopeyas jamás contadas.
Porque la vida enseña y olvida, porque las pesadillas las inventaron los sueños para ver que siempre hay algo peor. Porque ahora, lo mejor es colgar el teléfono y esperar que mañana se vuelvan a equivocar.