28 dic 2015

Madrugada

Caen las doce, algo se retuerce, algo se enhebra en el alma, algo cruje lentamente entre mis huesos. La pérdida, el respeto que nos queda, eso que añoramos pero que jamás confesamos. Puede que sean unos labios, quizás la luna que me convierte más en licántropo de lo que persona jamás llegué a ser.
Cuán de efímero es todo. Muchas cosas se van como vienen, pocos pasos para caer nuevamente en un precipicio del que jamás logré levantarme.

Es posible que sean estas tristes canciones; aquellas que embadurnan mi presente, que dibujan inviernos solitarios bajo manta. El fracaso resuena como un eco en esta habitación. Son los ojos cerrados lo que no me deja disfrutar del viaje, las maletas vacías lo que necesito para no volver a ahogarme.
Un tic-tac, un aliento que recorre mi cuello, lento; muy lento. Me aferro, me niego. Tropiezo, me caigo y me vuelvo a tropezar. Rutina del malestar, otra copa vacía antes de marchar, la misma cantina que hemos vuelto a cerrar.
Una de tantas vidas he quemado, curiosamente sin ser gato, me he vuelto a perdonar otra noche y he confesado a la virgen del pecado, que mañana lo volveré a hacer.

Son miles la noches, quizás unas cuantas las batallas en las que retamos a cupido, conociendo ya nuestra derrota. Muchos ya se han ido, otros solo acaban de llegar y a la fiesta abstemia tendremos cientos almas que emborrachar.
Sí, hace tiempo que Fito me hizo caminar despacito, que las prisas - pude aprender- nunca fueron buenas. Al oráculo le pregunté "¿qué esperaba de mi?". Nunca hubo respuesta. Puede que nada esperara, puede que no me escuchara, puede que nunca quisiera escucharla.

Cada mañana me engaño otra vez, puede que así nadie me retuerza entre sus garras, puede que así me proteja. La vida y la cartera, la puta y la doncella; es otra vez esa vieja historia, la misma mierda con distinto hedor. Putrefacción de sentimientos, suelas gastadas de rondar un destino sin ningún punto fijo, perdido, herido y por qué no decirlo, jodido por lo que todavía no ha venido y no poder resurgir de mis cenizas en otra vida.

10 dic 2015

Lo que queda

Sal en la herida, habitaciones vacías, llenas de soledad y ciertos toques de reproche.
Despertares que buscan manos debajo de las sábanas, sucias miradas que traspasan abrazos de cuerpos haciéndose uno.
Risas forzadas, apariencias de felicidad que se diluyen en la que siempre es la última de vodka hasta que venga la siguiente.
Restos de café, palabras de eternidad, promesas que nunca podremos cumplir, mentiras que tampoco queremos creer.
Puertas abiertas que esconden a un hombre maldito.
Torpes despedidas, un hasta la vista, puede que nos volvamos a encontrar.

Piel en carne viva, restos de maquillaje, palabras vacías que ya nunca vuelven.
La sensación de tener que aprender otra vez a andar, midiendo cada paso, fingiendo que no duele demasiado.
Relojes, atronadores tic-tacs, algunas verdades que no te voy a contar.
Tormentas, puestas de sol, tardes remoloneando por escondernos tras el colchón.
Miedos, filias, pero sobre todo fobias; fotos que cuentan demasiado, instantes que lo son todo.
Veranos, inviernos, tontos que pasan absortos ante tus ojos.
Frío, mucho frío, como una mano recorriendo la espalda, un puñal que parece que desgarra.

6 dic 2015

Lo he vuelto a hacer

La voluntad no buscada, un mal gesto a las cinco de la mañana, quizá la falta de ganas. Otro vaso derramado, otro verso mal contado, ese nexo de separación entre lo mío y lo propio. Es esa sensación, ese vacío en forma de precipicio, obsoleto por definición, simple pero eficaz. Directo a la sinrazón, estúpido, pardal, acérrimo a la no verdad, consuelo, para qué mentir, y dejarse llevar.

Ya no pago en calor, ya no te llenan los huecos, son todo silencios de ascensor, torpes y aturdidos por no saber dónde esconder la cara de la moneda que un húmedo y fresco diciembre te ha decidido mostrar.
Ando por los tejados, gato pardo, lías parda, melancolía en vena, ese extraño sabor parecido al de comerse la vida, la tenue pero expresiva sonrisa que se te queda al darte cuenta que mañana será otro día.
La canción que en forma de misiva retrata la vida, la falsa modestia en el día de la bestia. Expresando los defectos, nada concreto, todo etéreo. Sonrisas de bote, conservas de apariencia, me agarraste la pechera.

Camino erguido, torpe pero atolondrado. Ya no quedan más calles que patrullar en esta triste urbe, solo el aguacero del tiempo que en forma de realidad te deja amarrado a otra sirena en este naufragio. 
Agoniza el año, se derrama gota a gota, día tras día, y nos deja mirándonos con cara de bobos. Se me cuelan entre los dedos todos y cada uno de los complejos, caducos y taciturnos, inocuos, invisibles al intelecto de tus ojos.
Lo he vuelto a hacer. Me he dejado marchar. Me he vuelto a creer mis propias mentiras. He postrado mis rodillas como clamando al destino algo de coherencia. Quizás me falte paciencia y me sobre pausa.
Ahora me atrinchero, me desgasto como la piedra de un mechero. Apremian las horas, se deslizan hasta el ahora los minutos desperdiciados sin mirarnos.

21 nov 2015

Huele

Dicen que todo depende de la forma en que se miren las cosas, de sus colores, de sus texturas. Pero hoy no vengo a hablar de nada de eso. Aquello que me ha venido a la cabeza en este ventoso sábado son los olores.

Esos que son recuerdos, fracasos y victorias. Aquellos que fluyen, que no se pueden tocar ni ver, pero que embriagan la vida. 
¿A qué huelen las caídas?, ¿a qué huele el amor?, ¿y el desamor?. 
Hay un olor que embadurna cualquier soledad, cualquier tarde tonta en la que amanece demasiado temprano. Hablo del olor a lluvia, que como elemento purificador del corazón arrastra nuestros miedos y se lleva todo lo malo. Son un poco las lágrimas del universo, el consuelo del mundo que se va derramando en los cristales de tu habitación.

Un beso. Realmente, ¿eso huele? 
Quizás, y solo quizás, lo malo que tiene esto de los aromas, es que nos acostumbramos demasiado fácil a ellos. Es por esto por lo que al final, esos olores que nos vienen a recordar el ayer, suelen ser de cosas importantes, de momentos relevantes, de instantes desgarradores. 
El primer beso. El último beso.
Y sí, eso... huele. 
Estamos tan absortos en las cosas que nos pasan o que no nos pasan, que al final, no disfrutamos de los olores más sencillos. El olor de un cuerpo, de una ropa, el de un perfume, ese característico aroma que detectas cuando entras a un hogar en concreto. 
El del café recién hecho, el de la resaca, el de la duda, el de una carcajada dejando escapar tanto.

Huele el olvido, los tropiezos, el corazón, los malos gestos.
Huele el quizás, los recuerdos, las viejas fotos, los cuerpos revueltos que buscaban algo  de calor.
Huele el alma ajena, las caricias que erizan la piel, las risas que hacen perder conciencia, y con razón.
Y es que lo que más huele, no se ve.
Y sí, hoy huele.

16 nov 2015

París sin aguaceros

He querido esperar un poco para plasmar en unas pocas líneas mi opinión sobre todo lo sucedido el pasado fin de semana en la capital francesa.
Una vez más, la sintomatología de la estupidez y el fanatismo humano se ha hecho más que evidente. Considero repugnante cualquier asesinato en nombre de cualquier dios, pues estoy más que seguro que Él, nunca lo permitiría.
Sin más, creo que debemos pararnos a pensar y ver qué hay detrás del dolor que tantas familias francesas estarán pasando en estos momento; cuál es el origen de todo esto.
Recordar, que todo esto viene de más lejos, más incluso que el anterior atentado a Charlie Hebdo; pero mucho más. Viene de la opresión, del libre antojo de las superpotencias a someter a pueblos enteros para la fácil obtención del crudo, de las fronteras donde sea más conveniente, del poco respeto por lo que es una cultura diferente, y sobre todo, del hecho de forrarse de billetes armando tanto al régimen autoritario, como al pueblo que quiere alzarse para que las cosas cambien.
Es curioso como se nos parte el alma viendo un niño muerto en las playas turcas, como todos somos Charlie y como todos somos París. Pero a nadie le importa un carajo lo que está pasando a varias fronteras de distancia de nuestra acomodada morada. Te lo está diciendo alguien que se acaba de meter entre pecho y espalda un buen plato de pasta y ahora se encuentra metido en la cama escribiendo con un ordenador de más de mil euros. Sí, esa es mi comodidad, y desde esa estoy plasmando estas palabras.
Como en estas y otras cosas no me gustan los dobles raseros, yo voy adelantando mi parte de culpa.

Nunca, repito, nunca, justificaré cualquier causa armada y muchos menos cuando hayan víctimas de por medio, como es este y muchos otros casos. Es más, pese a no estar de acuerdo en utilizar violencia contra la violencia, posiblemente la palabra, contra estas personas donde su forma de vida es el fanatismo y no su religión, la palabra no sirve.
Porque en este caso, generalizar es lo peor que puedes hacer. Es hacer más grande a los asesinos, pues esta religión es mucho más que todo esto. ¿Estado islámico? No... Estos no representan a una religión milenaria y de tanto calado espiritual. Como mucho podríamos llamarlo "fanatismo islámico", que al igual que cualquier otro fanatismo, sea religioso o no, nunca es bueno.
Creer en un dios es darle un significado a tu cosmovisión de lo metafísico, de aquello que está más intrínseco del ser humano, del origen y final del mismo.

Somos el único ser vivo que tiene que protegerse de sí mismo, que se teme, que se mata.
¿Bastate significativo, no?

No podemos clamar el grito en el cielo cuando vemos lo que este fin de semana ha pasado en Francia. Lo podemos hacer, e incluso debemos hacerlo. Pero la hipocresía vuelve a pasearse en nuestras acomodadas vidas occidentales, donde por suerte no tienes que cerrar las ventanas para no escuchar bombardeos a unos pocos metros de tu casa, donde cada hora están matando gente o donde no tienes que trabajar en condiciones infrahumanas para conseguir ese fantástico mineral llamado coltán para que nuestros teléfonos y tablets puedan tener esa fantástica versión del último sistema operativo.

Si continuas leyendo y sigues pensando que estoy apoyando estos atentados. No has entendido nada. Mea culpa.

No creo en la violencia. No me gusta eso de sacar las armas a ver quien la tiene más grande. No comparto que Francia intente causar el mismo daño sufrido solo unos días después. No, de verdad que no...
Porque no confío en las naciones que dicen llevar el rumbo de este planeta. Mi corta vida me ha enseñado que únicamente debo confiar en las personas. Personas con un nombre y un apellido. Confío en los franceses, en los sirios, en los saudíes, en los alemanes e incluso en los estadounidenses. Todos ellos como pueblo. Pero disculpen mi osamenta cuando digo que no confío en Francia, Siria, Arabia Saudí y mucho menos en los EEUU.
En este nuestro país, una representante política decía hace unos días que España no había participado en la guerra de Iraq, o que como mucho habían estado en tareas de reconstrucción. No soy ningún cultureta, pero tampoco soy un gilipollas al que se le pueda tomar el pelo de esa forma. España se ha visto involucrada en una de esas guerras absurdas que hace que las personas sintamos vergüenza de nosotros mismos. Y lo peor, lo de siempre. Lo pagan miles de personas inocentes, muchas de ellas indirectamente, por ejemplo en forma de atentado como lo fue el 11-M. Eso sí, cómo se nos llenó la boca diciendo que era ETA. Y eso que a día de hoy nadie ha pedido perdón todavía por meternos en una guerra a la cual nadie nos había llamado.

En fin. Yo no voy a estar más a favor de la paz por ponerme en las redes sociales mi foto con marcas de agua de la bandera francesa. "Que los que maten, se mueran de miedo", decía el poeta. Pero todos. Todos lo que matan y facilitan el odio para que esto pase. Porque al final, lo fácil es ver el tiro en la cabeza de la víctima en un telediario -sin justificar-, pero lo complicado es ir más allá, saber el origen de las cosas, el porqué. Y eso, muchas veces es la letra pequeña que nadie nos explica sobre nuestra acicalada y acomodada realidad en la que estamos inmersos y vivimos.


10 nov 2015

Caer

Meto la llave en el contacto.
Recuerdo en tan solo un instante el placer que puede proporcionarte sentarse y solo escuchar el mínimo sonido que una luz puede hacer al estar encendida.
Cierro los ojos, conecto mi viejo casete y una vieja melodía ayuda a espabilarme mientras decido que el viaje se va a iniciar.

Así pasan los días, con más idas que venidas. Mientras giran las ruedas, presientes que hoy será otra bala perdida, otro 29 de febrero en el que al día siguiente parece que ya eres más viejo.
Se doblan conmigo las esquinas, los semáforos se apagan tras mi paso. Otro rojo que me salto, otro verde en el que paro.

No hay luz mientras avanzo, sombras de mi sombra, el frío asfalto que me abochorna. Los espejos están rotos, perecen corazones, reproches en el café de las seis, esa última copa que sobraba, esa despedida, ese tic-tac al compás de unas gafas que derrochan fantasía, que esconden alevosía cuando te vas.

No hay rumbo, no hay destino. Solo pasos atrás por miedo a perder el equilibrio. Es soez este precipicio, estas ganas de todo, este nadar ahogándose en el mar donde los sueños naufragan en una playa desértica. Allá donde la reina Comodidad se apoltrona otra noche a la luz de mis ojos.

En el camino, niebla, dudas y charcos. En el destino, todavía no he coincidido. Que me esperen sentado, que no todos lo días son sábado, pero que los domingos parecen raros cuando las almohadas son mi mejor trinchera.

No soy un narco de la soledad. Solo el transportista de mis días, el viejo vaquero que desenvaina su vida, aquel que espera que amaine la tormenta mientras crea un terremoto al colgar su chaqueta.
Sin darme cuenta ya he llegado. No sé si es mi destino o es el destino. Nadie me dijo que solo pudiera caminar; nadie me dijo que cuando cayera, caería de verdad.

30 oct 2015

Vaya, vaya...

Explota, te deja agotado y sin recursos. Es esa vieja sensación de incertidumbre, betún en la cabellera, buscando algo de suelto en la chequera para pagar a la luna otra noche de gracia. Se agasaja entre los pedazos de mis desechos, algo se me cruza entre los ojos; será una mota de polvo, será otra lágrima de nosotros.
Sopesamos los días pasados, rompemos en dos la vida, cada uno va tirando tratando de encontrarnos en el olvido. No hay mesa para dos, las velas se apagaron, todos se fueron marchando y solo dejaron esta alma desordenada, este frío que me entra cada noche a las tres de la mañana.
Me destrozan los domingos por la tarde, las mañanas sin llamadas solo para saber cómo estabas. El torpe tropezar de pies al tratar de recordar eso de caminar sin la presencia de una sombra. 

Es una pompa, unas viejas letras que un día te escribí. Me siento en la arena, espero a que suba un poco más la marea, que el salitre se cuele en mi piel, que vuelvas y no me preguntes ni el porqué.
Que no por repetir el triste estribillo, es más alegre esta canción.
La melancolía como forma de vida un día llamó a mi puerta, se atrincheró en mi cama y es la única que me abraza cuando el gris de los días no acompaña, cuando parece que llueve y no puedo saltar en ningún charco por miedo a ahogarme.

Se va quebrando mi voz, ya no recuerdo ni el día de hoy. Nunca interesa cuando el mañana parece un chiste mal contado, una jugada torpe del destino que en su casa sigue descojonándose tomando una copita de vino.
Me comparo con esa cuadratura del círculo, ese beso mal dado, ese caminar que rompe esquinas, esas vidas podridas de latir que la aurora recuerda que todavía queda llama.

No cuelgues, espera un par de tonos más. Paciencia, que a esto de vivir nunca nadie me enseñó. Que parece que esto vaya de tropezar y tropezar, de hundirte tratando de avanzar, de ensuciarte las botas como cicatrices llevas en la espalda.

30 sept 2015

Octubre

Acecha octubre, se deja en entredicho, se agasaja entre nosotros. Va descalzo por la casa, se tapa con una manta, se deja acurrucar en tu regazo. Es como un juguete nuevo, esa vecina que no sabías que existía pero que una tarde tonta te hace ojitos en el ascensor.
Es tiempo de dejar crecer el pelo, de limpiar los cristales de tus gafapasta, de que tus pies no se queden fríos por miedo a que no haya alguien que los caliente.
Son mañanas de desperezarse, de mirarse al espejo, de disimular las canas y arrugas, de café sin azúcar, de salir por la puerta sin saber cuándo volver.

Es un mes diez. Como diez son los fracasos que a estas alturas de año llevas. Bolsillos vacíos, ni un puto duro y menos todavía dignidad. Se aguan los hielos de esta copa. Se derraman en esta barra el desengaño, el reproche, los besos largos, el dueño de unos labios a mar abierto.
Es el naufragio de otro mayo, la duda de otro verano, la pena de antaño. Ya no contarán tu historia en la radio, serás otro bufón que nunca más subirá a ese escenario. Es este vicio innegable de soledad en vena, esta trinchera que tu arteria coagula y espera el frío de otro triste y soleado invierno. 
Serás la viva caricatura, el stronzo di merda, la puta que despasa tu camisa.

La mente se confunde, se deja engañar por cada gota, ya no se sonroja. Se cala como un zaguán mojado, entreviendo un mal gesto, un simple abrazo o perfume de desdén. 
El tropezar tonto, la mitad del final de un principio, lo justo, quizás más de lo adecuado. La torpe mentira que el calendario acentúa, el tosco botín de una vida que en nada queda cuando por sorpresa te encuentra en ropa interior.
Siempre quedará algún reproche de lo que el año pudo ser, puede que incluso quede dignidad en las palabras.

Entretanto un noviembre que acontece un diciembre te va dejando en evidencia, terminando un año de desdichas, torpezas y caricias.


15 sept 2015

Podría acostumbrarme

A veces, la vida te concede caprichos. Te hace tocar tus sueños con la punta de tus dedos y levitar unos pocos centímetros haciendo aquello que amas.
Porque de eso se trata, ¿no? De vivir. De levantarme cada mañana sabiendo que vas a disfrutar con aquello que haces, que vas a estar en un lugar donde "crecer" es sinónimo de "progreso".
Nadie dijo que buscar tu camino fuera una cosa fácil; muchos desisten y toman vías alternativas. Y yo, sería un mentiroso si negara mi constante debilidad de tomar otros caminos, y mi constante sensación de que esto no va a llevar a ningún sitio. Pero siempre acabas sacando fuerzas, y sobre todo ganas, para seguir allá donde crees que tienes que estar.

Conviene en ocasiones jugársela, decir que no para luego decir que sí. Apostar con todo el riesgo de fallar -con lo que eso conlleva- y con la satisfacción de un posible éxito, que seguramente en esos momentos no podamos apreciar.
Y con todo esto, sucede que a veces te encuentras tan cerca y tan lejos... Saboreas, disfrutas, te emocionas sabiéndote el más privilegiado de todos. Porque sí, lo eres. Más que nunca, ahora es así. Porque nadie lo creyó, ni siquiera uno mismo. 
Que nadie diga que no lo has intentado. Que nadie diga que no has apostado por ti.

He tenido la oportunidad de conocer a gente fantástica. De jugar en la primera división de lo mío. Porque aquí nadie te conoce y de nada vale lo que puedas haber hecho antes, y este es el momento de demostrar. ¿Y sabes qué? Hay algo de lo que poder estar orgulloso en tu camino: el hecho de no haber llegado aquí por guapo, por haber lamido las heces de algún ano, ni por el hecho de que algún "amigüete" haya levantado el teléfono.

Sí. He disfrutado. He aprendido como nunca te imaginas. He aprehendido de los grandes profesionales, tanto de lo nuestro como de la vida. Y de lo que puedo estar seguro es de haber sabido siempre cuál ha sido mi lugar, sin pretensiones, sin presiones e intentar hacer las cosas de la mejor forma posible.
Hay momentos que no se han publicado en las redes sociales, que me los quedo para mí; para mi uso y disfrute. Como mucho, para compartirlo con todo aquél que quiera escuchar algún chascarrillo. Nada más.
Porque hay cosas que son demasiado de verdad, que no se pueden explicar, y que tampoco es necesario contar.

Que además, eso de estar solo en una ciudad como esta, mientras en casa las cosas no iban como a uno le gustaría, realmente no ha sido fácil. Pero mentiría si dijera que esto ha sido así, porque sentía el calor de muchas personas que no han dejado de esta ahí, sin estar aquí.

¿Saben que les digo? Que volveré, no se muy bien a dónde, pero lo haré. Y pese a que hoy sea un día gris, literalmente, pesa más lo vivido que otra cosa. Es una marcha para valorar todo lo que ha pasado, para seguir probando cosas, pero sobre todo para seguir aprendiendo.
Sinceramente, podría acostumbrarme a seguir viviendo de mi ilusión, porque en ocasiones como esta, te das cuenta que nuestras metas en ocasiones se pueden tocar con la punta de los dedos.
Larga vida a los sueños. Y... cuidado, que en ocasiones se pueden hacer realidad.


17 ago 2015

A veces pasa que

A veces pasa que la vida nos deja sin respiración, que una vieja canción te arroja unas lágrimas al salir del metro.
A veces pasa que sonríes sin saber la razón,que la tristeza queda empastrada en dolor aromatizada de melancolía.
A veces pasa que los abrazos traspasan los cuerpos, que no miras atrás por miedo a ver marchar otro tren.
A veces pasa que los besos ya no son de esos, que agosto se me borró del calendario y no hay noches dispuestas a ver amanecer.
A veces pasa que comprendes de qué va esto y de repente se te olvida respirar con los pies en suelo, que sí pero quizás luego.
A veces pasa que el tiempo te machaca, que no quedan mentiras que contar y solo historias que contar.
A veces pasa que duele, que no es aroma todo lo que huele y flor todo lo que luce.
A veces pasa que se tuercen los caminos, que te encuentras perdido con un niño y no hay esquinas que doblar.
A veces pasa que no duermes, que lo oscuro es mucho más sugerente y las noches no nos reprochan otra copa más.
A veces pasa que los ojos ya no miran y las bocas ya no gritan despavoridas mientras huyen, que los sentimientos entran por pupila.
A veces pasa que cuesta ser, que nadie entiende nada y cruzar la acera es lo más emocionante en tu rutina.
A veces pasa que deseas marcharte, que en un pestañeo todo ha cambiado, el niño ya es hombre y el abuelo quizás un poco niño.
A veces pasa que te cansas, que siempre se agotan los billetes con destino futuro y trozos de pan duro se acumulan en el sofá.
A veces sucede que los segundos no perdonan y arrasan la vida, que nunca nadie siempre y sin embargo.
A veces sucede que sucede, que sucede a veces...

3 ago 2015

Me escondo

Muchos dirán que exagero, que lo único que escribo son hipérboles de mi realidad, que la palabrería me puede y que cada frase que sale por mis dedos es más mentira que la que viene a continuación. Bueno, puede ser.

Pero hoy quería escribir sobre un lugar. Y no se trata un lugar cualquiera; qué va. Estoy hablando de ese sitio donde actualmente me cobijo. No me refiero solo a protegerme del calor, sino más bien de todo cuanto me rodea. Y es que en tan solo ha pasado un mes desde que estas cuatro paredes están soportando mi(s) sueño(s), y donde he podido construir un hogar junto a la soledad que me acompaña.
No miento cuando digo que me protege. Paso dos días fuera y al regresar tengo la sensación de alivio, de protección. Quizás porque lo que hay fuera me da miedo; quizás porque lo que está lejos me aterra. Seguramente estés pensando que mi cobardía en estos momentos está en un nivel importante. De acuerdo, ahora empezamos a entendernos.

Aquí no hay hora, hay tiempo, hay momentos. No hay relojes que cuestionen mi presente. Esto es el templo del silencio, si yo quiero. Nadie pronuncia mi nombre sin yo intervenir primero, yo no pronuncio el de nadie si no me acuerdo.
Las paredes en ocasiones dan miedo. Conozco cada punto, cada esquina. La oscuridad es amiga. Nadie llama a la puerta pidiendo sal, no hay horarios de comida y mucho menos de cena. 
La soledad no está reñida con la limpieza. Eso sí, menuda sorpresa me llevé cuando me levanté y los platos seguían sin fregar; de esto nadie me había avisado.

Huyo del presente para tener un futuro. Suena complejo, pero nada más allá de la realidad. 
Es difícil y fácil al mismo tiempo vivir los días sabiendo las otras vidas que están lejos. Vidas que se marchitan, que se van lentamente y que asumen su inmediata marcha. Otras que hace tiempo que decidieron irse para nunca más ser y otras que tristemente van por el mismo camino. Por otro lado, están esas otras vidas que callan por no clamar.

En este hogar temporal, los segundos pasan lo rápido que uno quiere. No existe los "esto no se hace" y mucho menos los "vas a llegar tarde". Nadie planifica.
No sé si este sería el refugio donde yo quisiera continuar el resto de mis días. Posiblemente no.
Sin embargo, conviene que de vez en cuando, al alzar la voz, nadie conteste. 
Y así, de este modo, las madrugadas aunarán los resquicios de los sueños maltrechos que envilecen estas dilatadas pupilas, alzando anhelos más allá de esta cama.

Ya no quedan princesas que esconder en esta alta torre.
Aglutino cada segundo formando una eternidad.
Trepo por cada esquina, me deslizo.
El aire es xenón impregnado de realidad.

Esta luz no amaga cicatrices.
El calendario es el puto diablo.
Recordando viejas canciones,
me sigo ahogando en este charco.

8 jul 2015

Me voy

cubanet.org
Marcho, como el que busca y no encuentra, como el que ansía sentir en mayúsculas y tan solo encuentra hielo tras la piel.
No creo que esto sea escapar ni huir, simplemente es coger tus cosas y buscarte la vida lejos de un lugar confortable. Quizás sea esa necesidad de encontrarte, de echar de menos y rememorar los fracasos. Puede que el calor no acompañe y que el corazón sea frágil. También puede que estas cuatro paredes no sean la mejor compañía para llevarlo, puede...
Pero es mejor así. Es esa necesidad de que duela, de cumplir años más allá de un calendario, de crecer, de tropezar, de olvidar recordando.
Delante de mi, una taza de café vacía, un ventilador que rompe el silencio en esta ciudad impía. Girando gira, esperando la eternidad, son los círculos infinitos que dan sentido y forma a cada instante.
La estepa de los días que amontonados son años, sin parar, sin saborear cada abrazo, cada gesto. Es la factura que se queda sin cobrar, la ropa sucia que se acumulada y sin lavar.
Un viaje que compartir con uno mismo; narcisismo al más puro estilo película de domingo. La soledad buscada que enmascara conversaciones, mirarse en el espejo una mañana y que este perfecto idiota que habla se haya ido indefinidamente de vacaciones.
Sentir y sentir. Ser cenizas volatilizadas en un ave fénix y deslizarme como arena en un agujero roto de un pantalón. Pájaro de mal agüero, triste es el consuelo de tener las alas rotas y duro el peso de la culpa que esta cama aguanta cada madrugada.

Es una partida que duele; un dolor ajado, triste y maltratado. Una carta jugada al azar que nunca sabrás si será bien juzgada. Me trituro la piel para volver a sentir, para encontrar mi sentido. Busco la siguiente señal que me ilumine el camino, que me diga por donde tira. Y ahora más que nunca temo equivocarme, me aterra olvidarme en el olvido y que solo reste un múltiplo de aquello que debería ser.
Me aferro a aquel atisbo de las cosas que se pueden ver con los ojos cerrados, a reducir los metros en centímetros y eliminar la distancia de mi cuerpo y los sentidos.
Dieta al corazón, salvaje ir y venir de la sangre. Marea que amenaza cada madrugada, que suaviza cada despertar. Torpes son los ojos que arrebatan la dignidad, insulsa interrupción de instantes por contrato. No me acabo de ir y ya lo hecho de menos. No existen existencias suficientes para devolver todo lo prestado, el tiempo alquilado conectado a un cuerpo.

Agónica llamada que se pierde, eco que no llega y atropella a las sombras chinescas del montón de ruinas que porto como equipaje. No me llevo ciertas cosas, duelen las despedidas. En este caso las prisas sí que son buenas. Ni una lágrima ni llanto por la pérdida. Quizás la alegría de que a la vuelta no encuentres el fantoche que escucha esta última llamada con destino ninguna parte. 
Soy aquel que apura en cada taza, en cada sorbo, un instante, mil segundos de mujeres y hombres que me han permitido ser. Aquel que aquí hoy se despide, puede que para no volver.
Sin ser yo, eso ya es demasiado; es más de los que jamás soñé. Y de los sueños, dueños somos.

2 jun 2015

Esto es España

http://www.kleinson.es/
Mientras unos pitan himnos, otros vociferan aclamando a la salida de la prisión de una tonadillera enamorada. Que sí, enamorada, pero mangante. Qué se le va a hacer si yo nací en este país...
Pues pasa lo de siempre: que si ahora critico a mi oponente político y luego...Uy! Imputación al canto por cohecho y esas cosas tan complicadas que se utilizan para no llamar a las cosas como son.
Y es que de verdad que a uno se le pone una mala leche del copón. Te levantas intentando adivinar el personaje acusado de poner el cazo. Lo peor es que ya no hay sorpresa, porque hasta por el que la Madre Teresa hubiera puesto una mano y parte de otra, va y ha trincado como el que más aprovechando su posición. Y nosotros tragando y tragando... cómo se nota que esos dineros no son directos de nuestros bolsillos. Si fuera así, más de uno estaría peleando por lo que es suyo como si de un descuento del Burger King se tratara.
Es que no se salva nadie. Que si "la hostia que nos hemos dao", que si todo queda en casa en la familia de Tania Sánchez, que si Aguirre parece que su última opción sea pactar con Tuenti para que no eliminen las fotos... ¡Qué sé yo!
Y eso que los españolitos parece que hemos reaccionado un poco en las urnas dándole, y ahora con más sentido que nunca, el voto de confianza a caras nuevas. Les toca demostrar que verdaderamente hay otra forma de hacer política más allá de amiguismos y de trincones.
Porque a ver, nosotros, los españoles, somos... cómo decir... Vale, lo tengo: Spain is different! ¡Si ya lo tenían claro hace algunas décadas! Todo se soluciona con esa frase de que España es diferente. Vaya que sí. Hay cosas que en otros lugares serían motivo de renuncia del cargo y aquí, con tal de aguantar en el trono, lo que sea. 
Oye, ¿has trincado? No pasa nada. Compañero, te han pillado: lo devuelves, pasas unos días a la sombra y verás que en otro momento -nunca lo debería de haber-, no volverás a meter mano en cartera ajena y mucho menos en la común. Porque robar, birlar, hurtar, mangar o lo que es lo mismo, choricear; no es malo. Seguramente esté en los genes. Lo importante es mantener a esas personitas que no pueden controlarse lejos de las instituciones públicas. Así es como se solucionan las cosas: reconociéndolas públicamente y atajándolas. Y bueno, ya puedes quedar como un rey, si sales públicamente entonando aquello de "lo siento mucho, no volverá a ocurrir". Por supuesto.

De todos modos, como patriota estoy tranquilo. Seguramente a finales de agosto tendré de nuevo mi liga de fútbol, que ya no corre peligro. Y si no pasa nada, podré volver a ver cómo en el siguiente permiso penitenciario de la Pantoja vuelve a abrir el telediario de una televisión pública. Televisión pública, por cierto, que va dando lecciones de como hacer las cosas, después de haberse convertido en un ente podrido por dentro y que ya empieza a oler por fuera.

31 may 2015

Aprender a decir adiós

http://www.literato.es/
Hay cosas que aprendes en los libros y otras que olvidas en vasos de cristal que ahogan sueños y quizás alguna que otra fantasía. Caminas y caminas; intentas crecer y por ende, dejar de ser.
Porque las curvas son necesarias; te hacen estar atento y puede que salgas de ellas incluso con más fuerza. Nadie dijo que fuera fácil; seguramente nadie creyó en uno mismo salvo uno mismo. Por eso, el miedo al fracaso muchas veces es mayor, ya no por decepcionar al mundo, sino por fallarte y tener que darle la razón a todos aquellos que aclamarían una derrota.

Pero hoy no vengo a hablar de esto, aunque tenga que ver.
Son épocas de decisiones y de nada sirve ya aquella frase de "dejarse llevar suena demasiado bien". Es momento de cerrar puertas, de bajar persianas, de colgar llamadas entrantes en tu teléfono. El tic-tac atronador de las despedidas; eso de marcharse medio a escondidas para que la memoria no se fragmente y manche de lágrimas los recuerdos todavía no olvidados.
Porque creo, y solo creo, que la vida es eso: despedidas. Saber el momento adecuado para dejar algo o a alguien. Y no por falta de amor a aquello que se está dejando, no. Quizás por desgaste, por cambio, por fracaso o simplemente por necesidad. Muchas veces, ese adiós tendrá más de amor que de despedida, pues realmente lo que te impulsa a partir es el deseo de no dañarlo más.
Creces. Las personas pasan. Alguna con más pena, otras con más gloria. Y otras, pues menos mal que pasan porque menudo sopor tener que ver ese careto un segundo más. 
Es ahí cuando te das cuenta de que el tiempo está traspasando tu DNI. Empiezas a ser consciente de la cantidad de despedidas que has tenido a lo largo de los últimos años. Seguramente más de las que te gustaría. Pero al final, te queda pensar que cada una de ellas te ha hecho crecer. No sé si para mal o para bien, pero ahí está.

Aprender. Es sin ninguna duda lo que aquel que escribe estas líneas se intenta llevar en los bolsillos de la experiencia. Alguna lágrima a escondidas, mil reproches y otras tantas faltas. Pero qué se le va a hacer si puede que en el error esté el acierto. 
Porque claro que he perdido. Y siempre me han dicho que el que pierde es un perdedor. Y qué le vamos a hacer si eso es lo que soy: un perdedor. Pero también, esas son las historias que me interesan: la de los perdedores. Quiero vivir la vida de uno de ellos, quiero equivocarme mil veces, ser un egoísta, pasar la vida buscando un nosequé, perdiendo muchas veces y que ganando de vez en cuando, teniendo fuerzas para seguir perdiendo.
Que el bochorno de ser yo, lo sea cada vez menos. Que al mirar las fotos no sea únicamente yo el que queda. Es la firme sospecha de vivir en la rutina del tropiezo, de que al final sea más el error que el acierto.

Entretanto, las canas empiezan a asomar y escondo las arrugas de este corazón insensible.
No hay más llamadas perdidas, solo camas vacías, buhardillas que acumulan recuerdos, maltrechos pero vivos. Son demasiadas lunas, pocos los lunes serenos tras domingos de resaca cardiaca y ninguna palabra ante el tribunal del adiós.

4 may 2015

Hoy

http://fc02.deviantart.net/
Hoy no me encuentro. No invento ningún motivo, no me encuentro lo suficientemente despierto.
Soy como un verso suelto, me despisto con chorradas que me hagan volar. Quién fuera Peter Pan...
Es un tris-tras, el triste caminar, el desatino de este insípido y falso verano, un barco que naufraga buscando porque no ha hallado su destino.
Ya no duermo en los portales, los bares me extrañan y los abrazos ya no me acompañan. Soliloquios a la luz de esta sombra de gigante llamada ambigüedad que te deja atrapado; olor a salitre en vena, las piedras que se clavan como queriendo recordar.

Hoy ha amanecido. Es más que vivir en un precipicio, allá donde las miradas se pierden y solíamos gritan. Ahoga el eco de la soledad, el virus de no encontrar, de que mañana sea otro día y eche a andar.
Torpe y titubeante me encuentro entre estas sábanas. El sueño de cerrar los ojos y poderte transportar, vivir encima de una ola y naufragar. Experimentar la nada, lo negro tras un espejo, un viaje en el tiempo y cambiar de dimensión como de carril en mi auto nuevo. La fantasía de universos paralelos: mi otro yo que no soy yo, pero me encantaría. El corrector de vida, las penas que en forma de heridas se sacian con algún tipo de mágica bebida.

Hoy no vivo. Encuentro mil motivos para olvidar, para no ser. Perdiendo el este, las viejas fotos, los corazones rotos, torpes y ajados que con una pizca de mal humor hacen de esto algo más llevadero.
Pies de plomo, lo que se ha sido manchado de lodo y las ventanas que me ahogan en este gas que se me sube lentamente a la cabeza.
Viajando a ningún lugar, marcha atrás al destino, corte de mangas y a ras de unos labios despedirte como si esto fuera el fin de nuestro tiempo.

Hoy me duermo. Sin ánimo de lucro, sin inventar ingeniosos versos ni rezar a viejos dioses. Las penas a la luz de un flexo, los pantalones sucios para mañana, la falsa sonrisa bien afinada. No queda detalle al azar de esta farsa, no existirá jamás mentira mejor contada.
Me pierdo y no encuentro. Espero en este mausoleo de ironías, disfruto viendo pasar la vida, un 'como si nada', la carta disonante, la reinona de mis corazones que cada noche viene a tocarme los cojones y a recordar la nada en la que me he convertido.

24 mar 2015

Página en blanco

Hay una página en blanco que emborrona el presente. Es un banco recién pintado, un blanco roto, unos labios que han trasnochado, una duda y un pecado, las bolsas vacías al volver del mercado.
Es un sueño, una ironía, un nosequé y un nosecuantos. La sombra de un gigante que te convierte en enano, estos versos que me han quedado un poco trasnochados.
Es el principio y sin embargo continuación de una mentira, de una farsa llamada vida, ese atraco a la ironía con estupidez y alevosía.

Puerta cerrada que alberga la pereza, pesimismo como estribillo, dime y castigo, esperpentos en forma de rutina agotada de perseguir quimeras, dulce suflé de carmín con avena. 
Es el contexto y la situación, confesiones al despertador, abrazos rotos, cristales que no dejan ver mis penas: melancolía en vena.
Camino con ojos vendados, torpes pasos de estas piernas maltrechas, de este conmigo y este sinmigo, las penas que se cuentan con un café en frías tardes de domingo.

Y es que en esta página no estás tú, ni tú, ni tú, ni tú... Faltan palabras y sobran complejos, los techos que se caen en cada paso, un frío beso en la mejilla, una despedida de esas que no sabrán como aquel día. 
Anotadas quedan esas pequeñas faltas, lo que tiene que llegar, aquello que nunca los reyes me traerán. No hay tachones en este guion improvisado, en este vals maltratado, voy perdiendo de vista a mi destino y bajando con disimulo y por sorpresa... ay! Tocaeta de culo!

Firmada queda la obra de tu vida, las esquinas dobladas de este libro que nos recuerda dónde estamos. Mentiras habrán más que verdades, silencios más que palabras y más miradas a otro lado que planes imaginados. Y de tanto en tanto, vamos respirando, haciendo camas de naipes donde corazones y bastos combinen con esta camisa a cuadros.
Saco la basura casi todos los días, duermo panza arriba y ya casi no me escupo cuando la prisa se atrinchera en la taza del café.

17 mar 2015

Vivir no es fácil

Pongamos que lo que sigue a esta línea es menos serio de lo que parece. Ahora, prosigamos.

Como no soy demasiado de engañar, el título ya te empieza a dar una idea de lo que hoy recorre mi neurona. "Vivir no es fácil, vivir no es fácil...", golpea como un estribillo atronador amenazando por convertirse en dogma.

Hace un par de días, el siempre efectivo y directo al alma Risto Mejide, apuntaba algo así como que vivir era decidir, renunciar. Siempre he considerado que nuestros actos acaban definiendo aquello que somos o a lo que aspiramos ser; pero cada vez cobra más importancia aquello que renunciamos en nuestra vida, aquello a lo que decimos 'no'.
Es una especie de definición de uno mismo pero a la inversa. Nos enfrascamos en buscar fórmulas matemáticas para conocernos mejor, para saber quiénes somos. Y muchas veces, las variantes incógnitas que componen nuestra ecuación de vida, son más sencillas de lo que parece y solo requiere de despejar la X, pasándola al otro lado y convirtiéndola en negativa.

Hay mierdas que pasan en nuestra existencia que ni el beato más beato ni el ateo más ateo pueden poner respuesta. Ambos darán su versión manchada de una cosmovisión concreta; pero yo lo que quiero La Respuesta. Quiero el porqué de las cosas, la razón de ser de que a ti sí y a mi no, el sinsentido del dolor por el dolor, la pérdida tanto carnal como de la marcha de personas que tienes que dejar escapar o las que simplemente renuncias.
Tampoco considero que haya vivido y sufrido tanto para emocionarte en estos momentos. Pero uno tiene sus cositas, que bueno, ahí están.

Puede que muchas veces sientas que vives en un estado permanente de alerta melancólica, de escepticismo de vida y sueños trucados antes de yacer en su búsqueda. Es la soledad encontrada, el vital metro cuadrado, la cabeza atormentada de pájaras -también pájaros- y el aprisionamiento de las cuatro paredes de tu habitación que amenaza cada noche con llevárselo todo por delante.
Y es que pasa por tus ojos como un huracán aquello del por qué vamos a venir a este mundo a sufrir: no tiene ningún sentido. 
No lo llamaría capacidad de olvido, pero admiro la superación y el poder de remontar las situaciones no demasiado buenas que muchas personas tienen.
Porque si de algo hemos de estar agradecidos es de haber podido rodearnos de un puñado de personas que han tenido y tienen cosas que enseñar y de las cuales puedes aprehender retales de sus vidas, sintiéndolos como un trocito de la propia.
Hay que acostumbrarse también a definirse no solo por las cualidades o casas que te han ido sucediendo; también por todo lo compartido por una mano amiga, por los abrazos y besos que aúnan almas y que consiguen que sobren las palabras.

Al final, la vida es eso, ¿no? Las idas y las venidas, las historias que se cuentan en las películas y que nunca crees que para bien o para mal te vayan a suceder a ti, conversaciones ojo a ojo, mirada a mirada. Las lágrimas con sordina y viaje de ida, las penas que son menos penas sabiendo que alguien cogerá tu mano por debajo de esta mesa.
Sí. Porque vivir no es fácil y por suerte para todos no existe un gran manual donde venga todo explicado y que con suerte, cuando al final comprendes de que va todo esto, va y tu tiempo se ha agotado. Game over. Lástima que esta era la última y única vida. O no.

25 feb 2015

Machacar

Sorprendemos con cada instante de nuestro tiempo. El sentido de existir, los posos de café al levantar tu alma podrida. El rezo que suplica la culpa, el veneno que nos ahoga en sueños e imaginamos que siempre mañana será otro día.

La caída de un gigante, el fresco anochecer que se cuela por tu cuello, dulce es la noche que acaba besando al amanecer, esa que entre sábanas encuentra a cualquiera que no sea yo.
Soy la caricatura de un niño, el garabato que firma la condena a vivir perdido, torpe y aburrido.
Especialista en contar hasta diez, dejando ver esa insensata estupidez de no importar nada más allá de estas cuatro paredes que esconden los años, las baldosas que bajo insomnio recorres buscando pintar tus sueños, un aliciente para el sentido de los huesos rotos y taciturnos.
Canibalismo que alimentan mis frases, intentado sacar lo mejor, rompiendo cristales cierro bares, cazo tormentas en el alma pierdo el norte dibujando corazones, marfil de mis pestañas, dueño del silencio en tumbas huecas, inertes de vida, lisonjeras de recuerdos, prisionera de mi ego.

Esconde un par de versos, juntemos espalda con espalda y gana el primero que eche a correr. Que estar mojado y que llueva no cambia el resultado. Preguntarle al destino si está jugando a algo que yo sé, si me espera mañana otra mierda en forma de rutina, si me tendré que calentar la comida en el microondas otra vez.

Los flecos de tus vaqueros, tu zapas, tu sombra de ojos, tu duda es mi encanto. Nos perdemos en universos esféricos, encontrando en cada uno de nosotros motivos para no ignorar las luces y las sombras. El ahora se nos escapa de entre los dedos, no nos quedan ya complejos, solo roces, acordes desatinados, fingir los pasos en la arena ya marcados.

29 ene 2015

Atreverse a atrever

principiodeuncomienzo.files.wordpress.com/
Ya lo decía aquella película francesa: "son malos tiempos para los soñadores". 
Y es que en estos años complicados para la sociedad, donde la crisis está haciendo mella en la forma de ver las cosas; si a eso le sumas el propio pesimismo y la falta de confianza en uno mismo, resulta complicado dar un paso si titubear.
Los Vetustos ya motivaban mi iPod con ese rintintín de "dejarse llevar suena demasiado bien". Y son cientas las canciones que han ahogado madrugadas en mi cama, dándole vueltas a las dudas de levantarme al día siguiente, a sacar fuerzas y encontrar el sentido de pasar frío, de viajar en autobuses e imaginar las historias que a cada uno le lleva a coger el metro.
Porque de verdad, que no es fácil que después de una taza de café las ganas vengan a vestir tus sueños, tu rutina. 
No son una ni dos las inseguridades, que como rabos de lagartija: las cortas y te vuelven a crecer. Son muchas las veces que por miedo a vivir esto se convierte en un sinvivir. 
Me falta iniciativa, pero me sobran las ganas. Me falta convicción, pero me sobra devoción.

Todos tenemos nuestras filias y nuestras fobias. Admiro a aquellos que persiguen lo que quieren sin dar rodeos a las cosas. Contemplo con estupor como son muchos los que se alimentan chupando la mierda de culos ajenos, riendo las cuatro tonterías que puedan escupir por su enorme bocaza. 
Quizás el que lo está haciendo mal soy yo, que lo "normal" es eso. Quizás es que hay que hacer rodillas para gustar, para demostrar lo atrevido o atrevida que eres.

De pequeño, no sabía responder a esa típica pregunta de "qué quería ser de mayor". Parecía como si las cosas, simplemente fueran viniendo, iban ocurriendo. Luego ya crecí y entendí que en ocasiones hay que dar un pequeño giro de timón y corregir el rumbo, de vez en cuando.
Creo que una de las cosas más importantes en esta vida es atreverse a atrever. Y si no es así, por lo menos no defraudarse a uno mismo. No es fácil tomar decisiones, intentar ser, no mirar atrás.

Sigamos nuestro camino, tarareemos esa vieja canción y dejemos que el presente nos venga a visitar en forma de futuro.