28 dic 2013

Y no es que no quiera, que va...

Y no es que no quiera, que va. Es que la aceras se vuelven bosques oscuros donde los árboles en forma de farola hacen de los callejones un lugar perfecto para perderse. Los caminos que llevan al norte, tus ojos tras el horizonte, los pequeños gestos descorteses a la sobra de tu trasero.

Yo no quiero listas de la compra, calentarte los pies todas las noches, subir el volumen del televisor para demostrar que me interesa más lo que pasa en el mundo que en el mío. Odiaré levantarme antes para ducharme, tener que afeitarme y peinarme lo impeinable.
Quiero descubrir cada mañana una canción, ver una película todas las noches. Me encantaría descubrir que existen dos vidas y que ésta es solo un mero ensayo: el juego del error y acierto en su máximo exponente.
Desearía que el sufrimiento se concentrase en unos pocos: en esos hijos de puta que no se merecen ni el aire que respiran ni valen el precio de su bala. Pero como eso de la violencia no me va en demasía, me conformaría con una sonrisa; una torpe mueca que pague todas mis deudas.

Cuando en un mismo día te encuentras a dos personas, que en el pasado hubieras puesto la pierna entera y parte de la otra, y las dos se hacen nacionalistas suecos... Something stupid is happening -perdón por el inglés, sigo pagándome la formación-.
Y sin ánimo de agitar mi cabellera y sin de que el viento se la llevé, deseo una feliz vida a todo aquel que pueda tener más personalidad que su foto de Facebook. A todo aquel que por las noches pueda permitirse el lujo de dormir y no amanezca con las sábanas húmedas. Al resto, como yo, esta vida es demasiado puta como para tomársela demasiado en serio: yo no sé escribir y tampoco me voy jactando de ello.

Sonrisas y lágrimas, pecado de Adán, heidis sin marcos tocándola otra vez como si fuera esta noche la última y nos vamos. Me esfuerzo por todo, me hundo por nada. Me marcho sin volver.
Mi bigote ya no es lo que era, mi chequera no es tan abultada como corta tu pollera; no esperes resquicios ni precipicios como nidos.

Y no es que no quiera, que va. Pero es que no lo quiero evitar. Si soy así, la vida ya me lo ha hecho pagar.