28 feb 2017

Y sin embargo

Se van apareciendo los fantasmas del tiempo, aquello que sigue resonando en mi cabeza, aquello que atormenta mis ideas. Voy haciendo cortes de manga a aquellos que se me atragantan, quedándome desnudo en esta playa en pleno invierno, sintiendo en la piel el viento, que atraviesa los poros de un corazón que late por inercia.
Y es que la vida no espera, no tiene conciencia ni lo pretende; te sorprende naufragando, te ansía logrando sueños, truncando besos con vistas al mar.

Los huecos que dejo en almohadas ajenas, los reproches, los excesos. Me sigue dando miedo acercarme demasiado a tus ojos, porque pueden encontrarse nuestros labios; eso sí, por casualidad.
Dime, cuéntame, ¿dónde escondo yo mis miedos?. Dime la dirección hacia la que tengo que huír, agárrate a mi mano, déjate influir.

No perdamos de vista nuestros pasos, dejemos para mañana lo que hoy se nos hace bola. Arremanguemos nuestros complejos, haz que mi cuello sea solo un camino que sigilosamente recorres, traviesa.

Y ahora, toca seguir engañando, espiando la solapa de tu camisa, envidiando cada centímetro de tela que roza tu cuerpo. Porque el agua sigue recorriendo nuestros cuerpos, que eternos, nos esperan en otras vidas que no son las nuestras. Volverán, otros que se parezcan a mí; pero por suerte, ninguno lo será.
Lo niños te despertarán un sábado a las nueve, mirarás a tu lado izquierdo de la cama y no seré yo quien te sueñe. Removerás el café pensando que te sigue faltando algo, y no, no será el azúcar. Caerán las gotas lentas cuando estés en la ducha y volverás a dibujar con tus dedos un corazón; esta vez no será en mi espalda, sino en el baho que dejas en el cristal de tu cuarto de baño.