31 may 2013

Capitán

Son las sorpresas, las fiestas de cumpleaños en las que desoplas velas, los globos a los que he inhalado todo el helio, los sueños sin diástole ni dueño.

Las paredes saben demasiado; pequeñas virtudes hechas defectos, dudas infinitas de ser quienes somos. El eco de cualquier canción, la soledad de un resacón.
Es el espíritu imperecedero de quien se fue sin besarme en los labios, que dejó los zapatos debajo de la cama olvidados.

Si los principios no llenan los pantalones, son las reflexiones de un barco perdido en la madrugada de lo onírico, del capitán de la vida que algún día imagino. Derrochamos paisajes, crecimos entre animales, caníbales enamorados surcando mares, cerrando bares.

Y es que ya no bebo lo que bebía, ya no susurro a mujeres al borde de un precipicio. Me sacan de quicio las preposiciones indiscretas, los verbos de no poder acercarme demasiado, el adjetivo de lo pluscuamperfecto que se hace sustantivo de lo que quiero.

Puedo parecer ingénuo, pero callo más de lo que quiero; sé más de lo que pienso y pienso tanto que me ciego.
Sudando la tristeza del "ponme otra copa", de "la última y nos vamos" y esta noche está "todo pagado".

El día a día me confunde. Me atonto con relojes digitales donde no giran las manijas de la vida, donde no espero que me señalen el norte del destino, donde pican los gritos de los niños a la salida del colegio.

Pongo canciones tristes. Ya no me hablan de lo real, de lo que puedo palpar, de las lágrimas de la soledad verdadera, de los abrazos rotos que le das a una puta de carretera.
Otro chute de morfina, otro cigarro apagado en la yaga de mis pies, que descalzo anduvo por drogadicto perdido por los pliegues de tu piel.

22 may 2013

Palabras sórdidas

Sorpresas y lágrimas, la tristeza de quien se marcha con los ojos cerrados, la desesperación de ver la inutilidad.
Quizás sea el tiempo, el roce de los minutos con mi rutina, las voces sordas con las que nunca te dije. Pero ahora, nunca nadie podrá escupir al firmamento fingiendo perplejidad.

Antes o después. El peso de la gravedad del que no piensa, de los que sueñan con los ojos abiertos y maman cualquier punta de zapato.
Recorre lo que te queda, no pienses en nada, solo en lo que te acompaña. Fingir es de sinceros, de mecheros agotados de tanto picar piedra, de tanto encenderse cada día.

Otra vez esa sensación de querer acercarme demasiado, de quererte sentir un poco más cerca. Es casi lo perfecto. Volvamos al teatro, bésame y vivamos el presente que nos tocaría.
Cuesta no llegar; el paso lento y pesado de los días eternos, de la nada en que nos hemos convertido.
Gira tu cuerpo y parpadea los ojos para vernos un poco más claramente. Ya no nos encontramos; nos perdimos en el bosque del futuro, en el pasado atontado de los juegos por debajo de la mesa.

Son especiales las madrugadas en las que tú te vas antes a la cama, en las cuales, aquí no ha pasado nada.