22 may 2013

Palabras sórdidas

Sorpresas y lágrimas, la tristeza de quien se marcha con los ojos cerrados, la desesperación de ver la inutilidad.
Quizás sea el tiempo, el roce de los minutos con mi rutina, las voces sordas con las que nunca te dije. Pero ahora, nunca nadie podrá escupir al firmamento fingiendo perplejidad.

Antes o después. El peso de la gravedad del que no piensa, de los que sueñan con los ojos abiertos y maman cualquier punta de zapato.
Recorre lo que te queda, no pienses en nada, solo en lo que te acompaña. Fingir es de sinceros, de mecheros agotados de tanto picar piedra, de tanto encenderse cada día.

Otra vez esa sensación de querer acercarme demasiado, de quererte sentir un poco más cerca. Es casi lo perfecto. Volvamos al teatro, bésame y vivamos el presente que nos tocaría.
Cuesta no llegar; el paso lento y pesado de los días eternos, de la nada en que nos hemos convertido.
Gira tu cuerpo y parpadea los ojos para vernos un poco más claramente. Ya no nos encontramos; nos perdimos en el bosque del futuro, en el pasado atontado de los juegos por debajo de la mesa.

Son especiales las madrugadas en las que tú te vas antes a la cama, en las cuales, aquí no ha pasado nada.

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