7 mar 2016

Viraje

Nunca me he considerado ejemplo de nada. Si de algo lo puedo ser, como mucho, es de como no hacer las cosas. Hay días como hoy, donde parece que la lluvia dota a la rutina de un cierto aroma a melancolía, algo te hace click y comienzas a hacer un pequeño balance de las cosas, de las razones y personas que te han llevado a este momento vital.
Quizás sea solo un alarde de parecer menos normal, quizás sean las gotas mojando la ventana mientras dentro disfruto de un buen café y una mejor película.

Cuando te dedicas a ser un charlatán empedernido y las palabras que salen por tu boca parecen verdades como puños y no mentiras mil veces repetidas que uno intenta hacerse creer, es entonces cuando se hace notar la incoherencia de mis pasos con mis palabros. Te pasas como dice la canción "media vida buscando la melodía", mientras el disco sigue sonando. Errático te encuentras con un cuarto de siglo sin haberte encontrado, dando pasos de gigante a lo funambulista e intentando ser ese molino para confundir con cualquier truco de magia que te deje con la boca abierta.

Son muchos los que han entrado a vivir en el piso de mi vida, pocos los que se quedan y saludan cuando ven que hay luz. Pero mucho menos son los que me cuidan cuando la oscuridad se adueña de mi alma y solo un abrazo y manta sanan este cuerpo.
Y es que parece que los años no pasan en balde, que los días no curan heridas y que los fracasos se marcan tatuados en la piel a fuego lento, muy lento. Que siempre se me dio bien eso de caminar en círculos, buscándome esos complejos que en forma de rabo de lagartija, cuando los cortas, te vuelven a crecer.

Pero hablemos de futuro. Y hagámoslo como si habláramos de arte moderno, que parezca que lo entendemos. Pongamos que no sé qué, no sé cuántos... Y tal y tal... Y mientras tanto...
Hablemos como si eso de tener los pies en el suelo no fuera con nosotros, como si un estímulo de movimiento placentero hiciera trasladar nuestro saco de huesos con alma allá donde levitar se convierte en rutina. Consigamos si caemos, salir de este agujero en el que decido atraparme cada día huyendo de cualquier palabra que se asemeje a destino. Participemos juntos de este alunizaje, estrellemos nuestros sueños contra esa pared, pintemos un cuadro caricaturizando todo lo que quisimos ser y no fuimos, y retratemos todo aquello que nos encontramos por el camino y que nos hizo virar nuestro destino.