El año no empezó como cualquier persona con esperanzas de mejora, como las de un servidor tenía. Parecía que todo se hundía, que del pozo donde me encontraba no había forma de salir.
Los días pasaban. Algunos eran eternos, improductivos y con una falta de motivación que nunca había encontrado.
No encontraba mucho sentido ni a mí y ni a nada de lo que hacía. En mi cabeza empezaban a cosecharse cambios necesarios.
Pero casi por casualidad se me plantó ante mis ojos una aventura que cambiaría muchas cosas; el Camino de Santiago. Con gran compañía, pudimos disfrutar durante 8 días de todos esos paisajes y de los momentos compartidos después de andar durante todo el día…Gran experiencia. Pero ya no sólo por eso; en este lugar fue donde tomé la decisión de dar un giro a mi vida, de cambiar de rumbo, de hacer lo que me gusta, de poder querer a quien verdaderamente lo merece…
Digamos que esto fue un punto de inflexión en el año. Todo cambiaría.
Mi familia no entendió esos cambios. No entendía que no quería desperdiciar mis días con el único afán de tener una vida cómoda y tener un buen puñado de billetes a final de mes. No lo comprendían.
Esto causó un gran desastre familiar por mi culpa. Pero… ¿sabes? Estaba dispuesto a asumirlos con tal de hacer lo que yo libremente quería. Llámenme egoísta. Pero como dijo el pelado “no me digas lo que no puedo hacer”.
Los días pasaban casi de una forma bohémica, haciéndome un poco la vida, café en cualquier esquina. Pocas motivaciones; sólo personas que acompañaban momentos, y hacían que todo fuera un poco más fácil y llevadero.
Recuerdo una pequeña aventura con una persona básica en mi vida, con dirección Madrid. Gran día compartido. Las carreras por los aeropuertos nunca fueron buenas. Pero si esas carreras llevan tras de sí un día como ese, me pasaría la vida corriendo en busca de cualquier vuelo barato con el que poder formar lo que yo siempre he llamado islas en la vida; que son días que no tienen nada que ver con tu rutina o con lo que tienes por costumbre hacer, pero que sin embargo, te dan mucha vida para continuar con lo otro. Gracias una vez más. Los dos sabemos que de otra forma, no hubiera sido lo mismo.
Se acercaba el verano. No tenía ni ganas ni nada que hacer. Por primera vez en mi vida dejé a libre albedrío los próximos meses.
Y la vida puso ante mí una experiencia y unas personas que nuevamente darían un giro impresionante.
Puede sonar un poco duro, pero la muerte, el sufrimiento y la soledad me miraron fijamente a los ojos y me dijeron que me daban ventaja pero que me acabarían cogiendo. Me dijeron que corriera, que no mirará atrás, que estuviese seguro de que tarde o temprano me alcanzarían. Es increíble como en tan sólo quince días puedes aprender y ver tantas cosas de la vida, y como las personas mismas son las que te lo enseñan siendo las que en peores condiciones están las que más felices parecen. Quizás sea la resignación y no poder estar peor; pero joder, tenían esos ojos tan llenos de vida en esos cuerpos tan gastados y maltrechos, que sinceramente te daban muchas fuerzas.
Por casa parecía que las cosas comenzaban a digerirse, o por lo menos eso parecía.
Fuimos a Canarias a conocer a la sobrina de mi madre que no conocíamos. Gara, nombre precioso. De este viaje me enteré en los quince días que estuve fuera, por lo que también fue pensado y hecho.
Pudimos disfrutar de unos días de calor, más o menos en familia, y por fin, después de mucho tiempo puede ver a una de las personas más importantes de mi mundo sonreír: mi madre. Para mí, eso fue muy importante, ya que pese a todo, había sido un gran apoyo en mis peores momentos, comiéndose para variar toda mi mierda y mi ego.
Altea sólo me vio el pelo este año durante menos de una semana. No me apetecía, no. Este año no era el lugar donde quería pasar el tiempo. Pero pese a todo, recibí visitas que hicieron que esos pocos días tuvieran la magia que ese lugar siempre me tiene reservado. No hay mejor momento ni lugar para levantarse, asomarse al balcón y ver todo el mar ante tus ojos…No hay dinero que pueda pagar eso.
Organicé un viaje a Sevilla, aceptando la invitación de un personajillo que habíamos conocido en esos quince días. Lo pasamos genial, y pudimos comprobar que el Guadalquivir se mueve muy rápido. Grandes días, mejores personas.
Pero ya se acercaba el momento más esperado. Como ya leí una vez, nuestra vida se mide en septiembres. Nunca estaré más de acuerdo. Y cómo no, septiembre traía cambios, personas nuevas, experiencias…Y algo que creía olvidado: risas. Se me olvidó reír. El mero hecho de reír por reír. Reírse de uno mismo, de mis bobadas. Se me olvidó también reírme de ti.
En estos pocos meses muchas de esas personas me han enseñado muchísimas cosas. Compartiendo mi, en ocasiones insoportable, compañía; queriendo repetir incluso.
Pude estar en Barcelona, en Buenafuente, algo que siempre quise hacer y que por diferentes razones me acompañaron en esa aventura. Aunque es como todo, siempre falta gente en los viajes…
Me empezaba a sentir bien con lo que hacía, sentía que todo empezaba a cobrar un poco de sentido.
Los conciertos llegaban. Fito y Quique me visitaban. Las canciones presagiaban cosas buenas, y un beso diluido en rojo me hacía creer que ahora mismo nada podría ir mejor…
Es esa sensación de tener algo y que te guste tanto que no puedas ni quieras soltarlo bajo ningún concepto. Es esa felicidad que hace que todo lo que parece mediocre o normal sea extraordinario. Es esa sensación de que en cualquier momento un abrazo puede romperte en mil pedazos haciendo de ti la persona más afortunada…
A veces, un pequeño Rock&Roll, es quien te espera en una habitación de hotel.
Y ya llegamos a estos momentos. Y miro atrás, y doy gracias “y sólo quiero que la ola que surge
del último suspiro de un segundo, me transporte mecido hasta el siguiente…”.
del último suspiro de un segundo, me transporte mecido hasta el siguiente…”.
He aprendido muchas cosas este año. He visto cosas que nunca creerías. He cambiado mi rumbo, y por una vez he apostado por mí, algo que nunca había hecho nadie, ni siquiera yo.
He apostado por intentar ser feliz, por intentar transmitir esa felicidad, por intentar rodearme de personas que puedan aportarme algo interesante.
No me gustan las apuestas ni el juego, pero lo siento, seguiré jugando y apostando de esta manera hasta quedarme sin blanca, porque de momento y sólo de momento vale la pena.
Disfruten del año entrante, y sobre todo, sean felices mientras puedan, no se condenen sin motivos. Gracias al 2010 por enseñarme tanto. Prepárate 2011 porque vamos a por ti.