28 sept 2011

Fácil

Sería fácil...
Habré escuchado mil veces eso de tus labios, salir como puñales en dirección hacia mi costado.
Destruyes mi cabeza que se llena de pensamientos, de habladurías, de un "cerrar después de salir".
No hay nadie que encuentre estas llaves en el fondo del mar, que descubra que no cubre más que por encima de los tobillos, que cuarenta sí, cuarenta no.

Me da vértigo mirar, tengo que salirme a vomitar; tener que apagar la luz y darme cuenta una vez más que soy ese perro verde, esa inútil palabra que sobra en tu boca, ese espacio en blanco que al punto final de los finales no le sigue dos puntos suspensivos.

Abro el armario buscando algo con lo que desnudar mi alma, con lo que esconder mi cuerpo a la vista de cualquiera que no sepa mirar bien. Seré mejor o peor, pero se me ve venir.

Odios, mariposas en los bolsillos se escapan volando de este cuerpo maltrecho, de este borracho abstemio a golpe de canción que acompaña esta melodía desatinada, deformada por cualquier detalle a contra luz que refleje un destello, un reproche, una sonrisa, un beso en cualquier esquina.

Y ¿sabes?, tampoco se está tan mal. Si te cubres bien, no llueve tan fuerte; si sabes mirar siempre es de día y el sol calienta; si sabes sonreír te sonreirán sin dudar; si sabes vivir, sinceramente, todo es mucho más fácil.

16 sept 2011

Sucede que a veces...

A veces sucede que plantas un pino y te crecen los enanos, que cierras la puerta y se abre un ventanal, que ahora o nunca no sirve de mucho.

Saca las flechas para disparar entre ceja y ceja al primer gilipoyas que se te cruce en la cara.
Que el hoy es el refugio de mañana, que más tarde no es en un ratito, que tú durmiendo en la habitación de al lado hace que todo sea un poco mejor.

Despertar borracho, intentando que el dolor en vena sea disuelto en alcohol y la noche excite este maltrecho corazón.
Que mejor solo que mal acompañado, que ahora sigue haciendo demasiado calor como para estar contigo.

Sin noticias desde este inodoro, donde la mierda no sabe a fracaso, sino a espera en la estación, a resaca fumando en el balcón, a cerveza con hielo, a noviembre sin un dueño ni ley ni rutina, a pescado sin espina, a una oscura habitación donde nunca sale el sol, y reproche no es más que un broche a la ignorancia.

Pon un trago más, es tarde para cambiar esta noche, hablemos de otra cosa que no sea el pasado, que se atraganta en forma de puñal en mi costado. Mi cara lo sabe, mi mirada lo esconde, tú lo notas, ellos lo descubren.
Malditos donjuanes que vienen a tocar los cojones en este octubre, malditas princesas que se inventan historias en esta ciudad del desengaño.

Pero, ¿ tu madre sabe lo hijo de puta que eres?

Llueve en mi piel. Yo no soy él, ¿te acuerdas? Estoy contra la pared, cogido de la hiel.

11 sept 2011

Mojando zaguanes

Pasea lentamente conmigo. Cógeme de la mirada; la mano no está permitida.
Dejémonos pasar los minutos en forma de risas a escondidas.
Que los besos en la mejilla hacen que nuestras bocas se atraigan como si de un imán se tratase; aunque al mismo tiempo se alejan como polos opuestos que saben que no pueden acercarse.

Baila conmigo otra noche más. Hagamos como que los dos somos mayores, que aquí no pasa nada, que parezca que con tener tus ojos cerca se me olvide lo que me pueda pasar.
Que los años son sabios, y que siempre dan segundas oportunidades; o primeras...

Que mi baba sigue mojando zaguanes, que se me caen los pantalones cada vez que me dices que necesitas verme; que una cerveza a tiempo evita una borrachera. Pidamos otra y olvidemos lo que no somos.

¿Y qué pasa si de repente no puedo evitar cogerte la mano? ¿Qué pasa si mis labios rozan tus labios y nos vemos envueltos en un atajo hacia el futuro en forma de hojas de calendario?

Y mientras tanto, las olas se siguen llevando lo que fue y no es, lo que pudo ser y no fue, y trae lo que nos gustaría que fuera pero no puede ser.
Una suave brisa nos recuerda que ya es la hora. Tengo que soltarte de la mirada. Mis manos te abrazan. Mi boca roza tus mejillas. Media vuelta. Y espero tu próxima llamada.

7 sept 2011

La piel que habito

Nuestra piel es solo lo que cubre un complejo entramado de órganos. Supongo que esto es hablando en términos físicos.
Quiero hablar, de forma breve de lo que tenemos en la piel que habitamos. Qué hay debajo de esa capa de carne.

Muchos sentimentalistas dirán que no somos solo huesos rellenos, que hay algo mucho más importante tras lo que nos separa del medio donde vivimos -como diría un biólogo-.
¿Qué consideras que hay debajo de ti? ¿Qué hay que no hay en otro? ¿Qué es aquello que te hace especial?
Somos extraordinarios, y puede darse el caso de que lo de dentro sea mucho mejor que lo de fuera. E incluso lo contrario; que lo de fuera sea perfecto y lo de dentro la mayor mierda que nunca nadie ha visto.
Estaremos de acuerdo que no tiene porque darse una para que se de la contraria, son totalmente compatibles.

Vemos a la gente, la clasificamos, la juzgamos... únicamente por la piel que habita, por la forma de adornar su cuerpo. Pero bueno, en mi opinión, y yo soy el primero que lo hace y en el fondo está totalmente justificado, es lo único que tenemos para saber cómo es alguien que no conocemos.
Es por esto que no se han inventado espejos o máquinas para saber lo bueno/bonito que es alguien por dentro.
Aunque creo que sí que hay una forma natural de verlo. El otro. Solo el otro es capaz de vernos, de saber cómo somos, y por lo tanto ver qué habita esa piel.

¿Eres buena gente? ¿Eres un hijo de puta? ¿Quién cojones eres? ¡Dí!
¿Todavía no sabes qué pelotas habita tú piel?
Mira, observa cómo te mira la gente, qué hace cuando está contigo; se ríe, te mira raro, le produces indiferencia...
¿Qué has hecho bien/mal para que eso sea así? ¿Te sientes orgulloso de lo que has conseguido? ¿Te ha resultado fácil o has tenido que aparentar y ser otra persona que tú no eres para alcanzarlo?
¿Has tenido que mentir? ¿Has sufrido para llegar a ser quien eres?

Y lo mejor de todo, ¿te arrepientes de la piel que habitas?, ¿es mejor la piel que habitas o quien habita en ella?

6 sept 2011

Chaparrón

Tengo miedo a las alturas, a las caídas con mensajes en formas de mirada, a las cortinas que encierran el mar.
Me aburre la indignidad, el que me hagan sentir gilipoyas, las vendas en los ojos de no querer ver puñales como espadas, sonrisas como hachas.
Me suda todo lo inoportuno que se pueda escupir, las escuchas en tu jeta, las historias de bragueta.
Me deprime quien no se puede reír de todo, empezando de uno mismo, de quien se avergüenza de soltar la carcajada por pánico a molestar.
Me falta el aire en las canciones que se escuchan a medio volumen, sean alegres, sean tristes.

Suenan trompetas feroces como rencores, las ranas salieron princesas marranas, las perras mean más alto, la inocencia se regala con el periódico de mañana.
Mientras los versos dicen con las orejas adiós, se me cierran los ojos pensando que no hay ahora nada más mejor. Que la risa no dure solo lo que dura la alegría, que las prisas no son buenas.
Las venas arden de alcohol, me emborracho si sale el sol; la luna me acoge en su cama, no me pide nada, se acuesta cada mañana que yo me marcho buscando una almohada donde esconder cualquier fracaso y ninguna victoria.

Estoy bien. No me jodas. Pregunta, que oirás el eco de tu voz retumbar.
No nos medimos por números ni por demás mierdas que los demás se empeñan; nos medimos por los momentos compartidos. No me jodas, de verdad estoy tan loco como para hacer más el imbécil.

Mientras tanto me roza la piel y el cielo me parece poco eterno. La lluvia no moja.