30 jun 2011

Agua

Somos nada, nos encontramos en un todo.
Valemos mucho, nos valoramos poco.

Inteligente, sencillo, gracioso. Gracias, modestia aparte, son cosas de la edad.
No queremos ser como los demás, somos dos gotas de agua, solo que tú eres hielo todavía, y yo estoy empezando a caer por el manantial, dejando todo a su suerte. Tú, todavía tienes que descongelarte, crecer. Aunque en el fondo, no somos tan diferentes,¿no?. Yo también tengo que descongelar algunas partes, algunas moléculas, crecer; tengo que conseguir por fin ser una gota de agua.
Una gota que pueda llegar a todos los sitios, colarse en todos tus recobecos, ser aquella en forma de sudor que acompañe nuestros besos, que moja tu pelo y que recorre tu cuerpo.

Dicen que somos agua. ¿Todos?

27 jun 2011

Frío en mis venas

Escuece, pica como sal en la herida.
Mientras el calor consume los dedos, yo me sigo quemando viendo pasar un tren con destino elahora.
Escucho música, no fumo, beber poco. Mis días fluyen entre acordes desafinados, versos truncados, miradas alicaídas e incluso perdidas.

Sueña que sueña la estrella. Que la noche nos confunde. Nos metemos en camas ajenas buscando ese calor en la habitación del olvido.
Brisa marina en mi cara. Cierro los ojos. Tranquilo. Recuerdo. Pienso. Persisto.

Emociones como flores en la piel. Sinceridad marchita. Sonrisas perdidas.

Frío en mis venas, dulce condena a vagar perdido buscando un agujero en el que meterme y buscar cobijo. Palabras más, palabras menos. Palabras escritas en la pared queriendo despedir nuestras miradas; ellas no se atreven.
Tus pechos buscan mis ojos, mis manos acariciarlos; sentirlos contra los míos mientras nuestras miradas, nariz con nariz, se cuentan que nadie más que nosotros es más importante como para dejar de hacerlo, de mirarnos.

17 jun 2011

Polvos mágicos

Partamos de cero, hagamos como que nada a pasado. Esta vez, pongamos las hojas del calendario dentro de un año.
Veamos qué hacemos. Tiro la mano y te cojo todo el cuello. Lamentemos lo que no somos, mientras me resigno a pasar páginas que me obligan a meterme en la cabeza; cómo meter un elefante en una caja de zapatos...Y la pregunta es: ¿por qué?.

El calor no deja pensar. Te imaginas a alguien contigo en la playa mirando la luna. Y yo me imagino que imaginas que soy yo la persona que está contigo. Qué difícil imaginar todo cuando no tienes nada a lo que poder agarrar esa imaginación.
El cansancio hace mella en mi DNI; mis pelos en la cara dejan ver que los 20 ya se corresponden a mi cuerpo, que mi mente anda sola, y que mi corazón no se deja llevar por cualquiera.

Juega que juega mi estrella, trasnochando y buscando sentido a los pensamientos que uno realiza mientras está en el baño.
Agárrame de las solapas, hazme levitar como nadie lo ha hecho. Todo es imaginación, unos polvillos mágicos, pienso en cosas bonitas y podré ir de tu mano a donde nunca nadie te ha llevado: el cielo.

Así me va, te gustaría sonreír conmigo de la mano, me gustaría ser yo el que trastocara tu inocencia y te borrara de la cabeza eso de que el mundo es fantástico, y te enseñará que puede ser mucho mejor si es conmigo, a mi lado.

8 jun 2011

Puedo

Puedo escribir las mejores palabras dedicadas a la luna, buscar canciones que cuenten algo sobre mi vida, caminar por las calles, esperando que cualquier chica guapa me agarre, me tape los ojos y me pregunte aquello de "¿quién soy?".

Puedo pintar con mis dedos en tus espalda, escribir nuestros nombres ocultos tras las sábanas, gastadas de no envolver nuestras caricias.

Puedo volar sobre tus caderas, imaginar que son carreteras por las que el tráfico denso no me deja disfrutar de las vistas de tus pechos.

Puedo beberme el mundo en dos vasos, esperar a ser el borracho que cada noche pierde el control, buscando entre risas y abrazos lo que no encuentro cuando no te tengo a mi lado.

Puedo creer en Dios, explicarle quien no soy, sentirme la mayor mierda mientras me miro al espejo y éste se ríe de mi.

Puedo soltarme las manos, quitarme las cuerdas que me atan, ponerme una cobarta, y parecer aquello que no creo que sea.

Puedo señalar a cielo con el dedo, y ser yo mismo el inútil que mira al dedo primero, esperando algún susurro que me quite este tormento.

Puedo bailar desnudo, besarte en la calle mientras llueve, meterte mano, hacernos daño, sonreír tumbado.

Puedo perder la cabeza, guardarla para cuando la necesite de verdad, para cuando la gravedad de nuestros cuerpos no sea una molestia para ambos dos.

Puedo actuar, fingir, esbozar una imagen de alguien que no estaría mal ser, viéndote volver y girando la cabeza al verme perder.

Puedo escuchar la mejor música que mi cuerpo pueda soportar, rendirme ante los pies de cualquier princesa a la que quitarle sus zapatos de cristal.

Puedo gustar, puedo ser odiado; ninguna de las dos la he buscado: siento decepción.

Puedo pensar, dejarme llevar a pasos agigantados, pero no sé que hago esperando en la estación del olvido a que llegue el tren con destino tu ombligo.

Puedo estar aquí, queriendo brotar en forma de emoción, en alguna parte de tu cuerpo, corazón.

Puedo temblar, hacer como que nada va a cambiar, sonrisa en la cara y caminar.

Puedo estar solo, encontrando en nosotros el yo que no soy.

Puedo ser tú, queriéndo ser yo el que ponga el oído para escuchar tus labios contándome en voz baja aquellas cosas que te preocupan, aquellas que nos encantan.

Puedo encender la luz, queriéndo estar a oscuras en la habitación de las dudas donde taparlas con el edredón del pecado y reposar mi cabeza en la almohada del deseo.

Puedo rozar tu cuerpo, soñar que todo es un sueño, que no tenemos dueño, que las hojas del calendario se vuelven a pegar y todo parece como volver a empezar.

Puedo hacer reír, ser el amigo simpático, invitarte a reflejarnos, como la luz de la luna en el mar en una noche fría de verano

Puedo reprochar, puedo obviar, puedo recordar, puedo imaginar, puedo odiar, puedo desear, puedo renegar, decir que nada de esto va a cambiar.
Puedo incendiar, puedo provocar, puedo dudar, puedo mirarte, puedo incluso desnudarte.

Pero hay una cosa que jamás logré:
Poder olvidar que te olvidé.

5 jun 2011

La noche se ha ido

Después de tanto tropezar, dando tumbos he llegado aquí...y no se está tan mal.

Caducada la sangre que corre por mis venas, mis pensamientos se derriten como una vela, las ojeras muestran que lo de dormir no lo llevo bien; que dormir viviendo no es lo mismo que vivir durmiendo.
Que las prisas no son buenas, que el agua en mis zapatos encharca los pasos, que no hay pez que viva en ellos, que todos van a contracorriente...¿o soy yo?

Que la ceguera me permite ver cosas que no había visto, que a partir de ahora camino un poco más despacito por si los bordillos de la calle se enfadan. Que ahora duelen las caídas, que ahora puedo hacerte caer; que dudo que caigamos juntos y que yo desde arriba veré tu caída.

Cirugía para corregir mis defectos, expuestos en vitrinas de plata a los ojos de cualquiera que quiera verme tambalear con la copa en la mano.
Y parece que no me agarro, que me deshago de nuevo entre unos brazos. Querer buscar tus ojos y no poder abrir ni los mios.
Buscando la salida de emergencia para esta puta vida, mientras brindo por lo que fuimos, por lo que somos y por olvidar lo que nunca seremos.
Sacrifiquemos otra noche. Cierra los ojos. No pienses. Mírame con los ojos cerrados. Háblame con tus labios en los míos.

¿Has visto qué hora es?
La noche nos ha comido; la noche se ha ido. ¿Y nosotros?
Perdona, no he estado.