5 jun 2011

La noche se ha ido

Después de tanto tropezar, dando tumbos he llegado aquí...y no se está tan mal.

Caducada la sangre que corre por mis venas, mis pensamientos se derriten como una vela, las ojeras muestran que lo de dormir no lo llevo bien; que dormir viviendo no es lo mismo que vivir durmiendo.
Que las prisas no son buenas, que el agua en mis zapatos encharca los pasos, que no hay pez que viva en ellos, que todos van a contracorriente...¿o soy yo?

Que la ceguera me permite ver cosas que no había visto, que a partir de ahora camino un poco más despacito por si los bordillos de la calle se enfadan. Que ahora duelen las caídas, que ahora puedo hacerte caer; que dudo que caigamos juntos y que yo desde arriba veré tu caída.

Cirugía para corregir mis defectos, expuestos en vitrinas de plata a los ojos de cualquiera que quiera verme tambalear con la copa en la mano.
Y parece que no me agarro, que me deshago de nuevo entre unos brazos. Querer buscar tus ojos y no poder abrir ni los mios.
Buscando la salida de emergencia para esta puta vida, mientras brindo por lo que fuimos, por lo que somos y por olvidar lo que nunca seremos.
Sacrifiquemos otra noche. Cierra los ojos. No pienses. Mírame con los ojos cerrados. Háblame con tus labios en los míos.

¿Has visto qué hora es?
La noche nos ha comido; la noche se ha ido. ¿Y nosotros?
Perdona, no he estado.

No hay comentarios: