28 dic 2015

Madrugada

Caen las doce, algo se retuerce, algo se enhebra en el alma, algo cruje lentamente entre mis huesos. La pérdida, el respeto que nos queda, eso que añoramos pero que jamás confesamos. Puede que sean unos labios, quizás la luna que me convierte más en licántropo de lo que persona jamás llegué a ser.
Cuán de efímero es todo. Muchas cosas se van como vienen, pocos pasos para caer nuevamente en un precipicio del que jamás logré levantarme.

Es posible que sean estas tristes canciones; aquellas que embadurnan mi presente, que dibujan inviernos solitarios bajo manta. El fracaso resuena como un eco en esta habitación. Son los ojos cerrados lo que no me deja disfrutar del viaje, las maletas vacías lo que necesito para no volver a ahogarme.
Un tic-tac, un aliento que recorre mi cuello, lento; muy lento. Me aferro, me niego. Tropiezo, me caigo y me vuelvo a tropezar. Rutina del malestar, otra copa vacía antes de marchar, la misma cantina que hemos vuelto a cerrar.
Una de tantas vidas he quemado, curiosamente sin ser gato, me he vuelto a perdonar otra noche y he confesado a la virgen del pecado, que mañana lo volveré a hacer.

Son miles la noches, quizás unas cuantas las batallas en las que retamos a cupido, conociendo ya nuestra derrota. Muchos ya se han ido, otros solo acaban de llegar y a la fiesta abstemia tendremos cientos almas que emborrachar.
Sí, hace tiempo que Fito me hizo caminar despacito, que las prisas - pude aprender- nunca fueron buenas. Al oráculo le pregunté "¿qué esperaba de mi?". Nunca hubo respuesta. Puede que nada esperara, puede que no me escuchara, puede que nunca quisiera escucharla.

Cada mañana me engaño otra vez, puede que así nadie me retuerza entre sus garras, puede que así me proteja. La vida y la cartera, la puta y la doncella; es otra vez esa vieja historia, la misma mierda con distinto hedor. Putrefacción de sentimientos, suelas gastadas de rondar un destino sin ningún punto fijo, perdido, herido y por qué no decirlo, jodido por lo que todavía no ha venido y no poder resurgir de mis cenizas en otra vida.

10 dic 2015

Lo que queda

Sal en la herida, habitaciones vacías, llenas de soledad y ciertos toques de reproche.
Despertares que buscan manos debajo de las sábanas, sucias miradas que traspasan abrazos de cuerpos haciéndose uno.
Risas forzadas, apariencias de felicidad que se diluyen en la que siempre es la última de vodka hasta que venga la siguiente.
Restos de café, palabras de eternidad, promesas que nunca podremos cumplir, mentiras que tampoco queremos creer.
Puertas abiertas que esconden a un hombre maldito.
Torpes despedidas, un hasta la vista, puede que nos volvamos a encontrar.

Piel en carne viva, restos de maquillaje, palabras vacías que ya nunca vuelven.
La sensación de tener que aprender otra vez a andar, midiendo cada paso, fingiendo que no duele demasiado.
Relojes, atronadores tic-tacs, algunas verdades que no te voy a contar.
Tormentas, puestas de sol, tardes remoloneando por escondernos tras el colchón.
Miedos, filias, pero sobre todo fobias; fotos que cuentan demasiado, instantes que lo son todo.
Veranos, inviernos, tontos que pasan absortos ante tus ojos.
Frío, mucho frío, como una mano recorriendo la espalda, un puñal que parece que desgarra.

6 dic 2015

Lo he vuelto a hacer

La voluntad no buscada, un mal gesto a las cinco de la mañana, quizá la falta de ganas. Otro vaso derramado, otro verso mal contado, ese nexo de separación entre lo mío y lo propio. Es esa sensación, ese vacío en forma de precipicio, obsoleto por definición, simple pero eficaz. Directo a la sinrazón, estúpido, pardal, acérrimo a la no verdad, consuelo, para qué mentir, y dejarse llevar.

Ya no pago en calor, ya no te llenan los huecos, son todo silencios de ascensor, torpes y aturdidos por no saber dónde esconder la cara de la moneda que un húmedo y fresco diciembre te ha decidido mostrar.
Ando por los tejados, gato pardo, lías parda, melancolía en vena, ese extraño sabor parecido al de comerse la vida, la tenue pero expresiva sonrisa que se te queda al darte cuenta que mañana será otro día.
La canción que en forma de misiva retrata la vida, la falsa modestia en el día de la bestia. Expresando los defectos, nada concreto, todo etéreo. Sonrisas de bote, conservas de apariencia, me agarraste la pechera.

Camino erguido, torpe pero atolondrado. Ya no quedan más calles que patrullar en esta triste urbe, solo el aguacero del tiempo que en forma de realidad te deja amarrado a otra sirena en este naufragio. 
Agoniza el año, se derrama gota a gota, día tras día, y nos deja mirándonos con cara de bobos. Se me cuelan entre los dedos todos y cada uno de los complejos, caducos y taciturnos, inocuos, invisibles al intelecto de tus ojos.
Lo he vuelto a hacer. Me he dejado marchar. Me he vuelto a creer mis propias mentiras. He postrado mis rodillas como clamando al destino algo de coherencia. Quizás me falte paciencia y me sobre pausa.
Ahora me atrinchero, me desgasto como la piedra de un mechero. Apremian las horas, se deslizan hasta el ahora los minutos desperdiciados sin mirarnos.