11 jun 2016

Piedras

Puedo seguir engañando, fingiendo que eso de tropezar siempre se me ha dado bastante bien. Puedo incluso, seguir insistiendo, dejarme llevar, que ya sabes que suena demasiado bien.
Diré que no lo necesito, que no moveré un solo dedo para amueblar las tardes de domingo, que seguiré mojando con los hielos de una copa por miedo al desencuentro.

Robaré cada centímetro de tu tiempo, haré que parezca eterno y finito en ese mismo momento. Desde tu ombligo a mi boca, dulce almíbar que ensangrenta el alféizar que da entrada a un corazón quebrado, a un destino incierto.
Deberás quererla y odiarla al mismo tiempo, tendría que respetar tus mollejas, tus tics, tus manías, tu falta de voluntad. Deberás, si es posible, mentirle cada día, decirte que son cosas de niñas, que contigo nunca nadie más podría. 

Desempolvando sueños desperté, decidí creer que no hay más felicidad que el momento, que el tiempo es muy mal consejero, que las prisas nunca fueron buenas, ni siquiera para hacer dinero. Me imagino mañana, en la soledad de una casa, escuchando el eco mis pulmones, terminando de romper fotografías que hace tiempo se hicieron jirones. 
Alérgico en tiempos modernos a querernos, a perder por ganar lo que nunca tuve, a romperme y llorar, a dejar por una vez que esta canción me haga recordar.

Vengámonos arriba, digamos que es la mejor pérdida de tiempo que nunca haremos en la vida. Fijamos que las hojas del calendario nos han puesto otra piedra en el camino