8 may 2016

¿Y si nos dejamos?

¿Y si nos dejamos? ¿Y si nos perdemos entre las cajas de mudanza? ¿Y si dejamos la cama sin hacer otro día más?
¿Qué te parece si escondemos bajo llave cualquier atisbo de recuerdo? Que ya no quiero que me duela, que no soporto más despedidas en mi vida.
Que los días impares te sigo echando de menos y los pares te necesito.

A veces me pregunto lo que no hubiéramos dejado de ser. Y es que solo en ocasiones camino sin rumbo, pruebo suerte y sueño con tropezarme contigo de repente. Serán estos viejos zapatos rasgados de andar en círculos o esta chaqueta que me regalaste y que tan frío me sigue dejando.

Pero... ¿y si nos dejamos? Como el que deja un día de tomar café en el mismo sitio. Así, sin ninguna razón; así, con dos mil y un motivos para volver y una para sola razón para no hacerlo.
Que me arden las palabras en la boca, que se me enfría el alma con la edad; que me he hecho mayor para darle trabajo al corazón.
Que mis prioridades nunca fueron las nuestras, que confundí el amor con el cariño; que ya no bebo tanto ni me emborracho demasiado, como ayer.
Y sí, sigo esperando en el mismo lugar donde alguien disfrazado de otro que no era yo te besó, te enamoró y después se marchó. Ya no está. Se fue. No lo reconozco tras este cristal, no lo encuentro siquiera entre las nubes de otro pelo.

No hay dinero que compre el tiempo. Solo hay espacio, ni tan solo luz ya entre nuestros cuerpos. Ese amargo trago, ese letargo del que no logro despertar. 
Indoloro por rutina, placebo de vida, estúpida sonrisa que me espina y me aniquila. Es esa mentira mil veces repetida que se me ha convertido en realidad.

Hace ya tiempo que nos dejamos. Y hoy, parece que te has ido. Volvamos a dejarnos como si fuera ayer, como si nunca lo hubiéramos hecho.