Puedo escribir las mejores palabras dedicadas a la luna, buscar canciones que cuenten algo sobre mi vida, caminar por las calles, esperando que cualquier chica guapa me agarre, me tape los ojos y me pregunte aquello de "¿quién soy?".
Puedo pintar con mis dedos en tus espalda, escribir nuestros nombres ocultos tras las sábanas, gastadas de no envolver nuestras caricias.
Puedo volar sobre tus caderas, imaginar que son carreteras por las que el tráfico denso no me deja disfrutar de las vistas de tus pechos.
Puedo beberme el mundo en dos vasos, esperar a ser el borracho que cada noche pierde el control, buscando entre risas y abrazos lo que no encuentro cuando no te tengo a mi lado.
Puedo creer en Dios, explicarle quien no soy, sentirme la mayor mierda mientras me miro al espejo y éste se ríe de mi.
Puedo soltarme las manos, quitarme las cuerdas que me atan, ponerme una cobarta, y parecer aquello que no creo que sea.
Puedo señalar a cielo con el dedo, y ser yo mismo el inútil que mira al dedo primero, esperando algún susurro que me quite este tormento.
Puedo bailar desnudo, besarte en la calle mientras llueve, meterte mano, hacernos daño, sonreír tumbado.
Puedo perder la cabeza, guardarla para cuando la necesite de verdad, para cuando la gravedad de nuestros cuerpos no sea una molestia para ambos dos.
Puedo actuar, fingir, esbozar una imagen de alguien que no estaría mal ser, viéndote volver y girando la cabeza al verme perder.
Puedo escuchar la mejor música que mi cuerpo pueda soportar, rendirme ante los pies de cualquier princesa a la que quitarle sus zapatos de cristal.
Puedo gustar, puedo ser odiado; ninguna de las dos la he buscado: siento decepción.
Puedo pensar, dejarme llevar a pasos agigantados, pero no sé que hago esperando en la estación del olvido a que llegue el tren con destino tu ombligo.
Puedo estar aquí, queriendo brotar en forma de emoción, en alguna parte de tu cuerpo, corazón.
Puedo temblar, hacer como que nada va a cambiar, sonrisa en la cara y caminar.
Puedo estar solo, encontrando en nosotros el yo que no soy.
Puedo ser tú, queriéndo ser yo el que ponga el oído para escuchar tus labios contándome en voz baja aquellas cosas que te preocupan, aquellas que nos encantan.
Puedo encender la luz, queriéndo estar a oscuras en la habitación de las dudas donde taparlas con el edredón del pecado y reposar mi cabeza en la almohada del deseo.
Puedo rozar tu cuerpo, soñar que todo es un sueño, que no tenemos dueño, que las hojas del calendario se vuelven a pegar y todo parece como volver a empezar.
Puedo hacer reír, ser el amigo simpático, invitarte a reflejarnos, como la luz de la luna en el mar en una noche fría de verano
Puedo reprochar, puedo obviar, puedo recordar, puedo imaginar, puedo odiar, puedo desear, puedo renegar, decir que nada de esto va a cambiar.
Puedo incendiar, puedo provocar, puedo dudar, puedo mirarte, puedo incluso desnudarte.
Pero hay una cosa que jamás logré:
Poder olvidar que te olvidé.
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