Hola, soy unos zapatos. Hace algunos años que me fabricaron en alguna fábrica de algún país del tercer mundo, ya que así se ahorraban costes de producción. Me enviaron en unas cajas gigantes con montones igual que yo. No sabía que me pasaría, pero tenía ganas de descubrirlo: había nacido para algo y quería descubrirlo.
Al poco tiempo, me distribuyeron a un pequeño comercio de barrio, donde me expusieron en un escaparte con un enorme cartel que ponía "NOVEDADES OTOÑO-INVIERNO". Veía a la gente pasar; algunos me miraban detenidamente, pero creo que un pequeño cartel que colgaba de mi, les hacía continuar su vida.
Allí, compartía escaparate con otros compañeros, algunos más pequeños y otros...bueno...digamos que diferentes...Yo era feliz allí. No me disgustaba la idea de ver pasar la gente y ver como el día y la noche se turnaba.
Pero cierto día, un hombre de mediana edad, caminaba por la calle escuchando música. Paró en seco. Se quedó mirándome como si no hubiera visto unos zapatos en su vida. Entro corriendo en la tienda y oí como le decía a la dueña que quería el par de zapatos expuestos. Ella se acercó y se los ofreció al hombre. Él me colocó en un sitio que ellos llaman pies. Me sentía extraño, nunca me habían utilizado. Al principio, me sentí un poco dolido, pero con el tiempo me acostumbré.
El hombre depositó unos papeles de colores en las manos de la mujer; ella me guardó en una caja con papeles, y la metió en una bolsa.
Al cabo del rato, aparecí en otro lugar. Era acogedor, pequeño, pero me gustaba el sitio. Ese sería mi hogar a partir de ese momento. Me sacaron de aquella caja y pusieron en un lugar donde compartía lugar con otro tipo de zapatos, con los cuales me logré llevar tremendamente bien, contándonos todo lo que nos pasó durante los días.
Mi dueño era un hombre soltero, trabajaba en la banca, aunque no gastaba su dinero espontáneamente. Por lo que me pude enterar cuando estuve un tiempo con él, perdió a sus padres en un accidente de coche. Se crió con sus tíos, de los cuales huyó cuando cumplió la mayoría de edad.
Todos los días se levantaba a las siete y media, se pegaba una ducha con música, mientras el cantaba al mismo tiempo. Luego se acercaba y me colocaba en sus pies, desayunaba y se marchaba.
Le gustaba escribir, solo por diversión, el cine y el teatro. En mi humilde opinión de zapato, creo q sabía vivir; era un alma loca, pero con cabeza.
Recuerdo un día, después del trabajo, me llevó de copas con una, digamos atractiva mujer. Acabaron en la cama y ella me lanzó por los aires acompañado de mis inseparables gemelos, los calcetines, sin los cuales, yo...bueno...ya te imaginarás...
No me cayó muy bien desde un principio, qué se cree, que porque sea un zapato me tiene que tratar así...Conforme me fui haciendo mayor comprendí que no lo hizo adrede y fue causa de la emoción del momento...
Resulta que no fue la última vez que vi a esa mujer. Se acostumbró a acostarse con mi dueño y a lanzarme por los aires. Llegó un momento que utilizaba todas mis fuerzas para caer de diferentes formas. Al final, resultaba hasta divertido.
Se ve, que tuvieron algo más que una amistad, se casaron y crearon un par de mini-humanos.
Yo era feliz, me gustaba ir en los pies de ese hombre. Pero mi suela se desgastaba con el paso de los años. Había disfrutado mucho de las cosas, había hecho muchas cosas y había viajado a muchos lugares de los cuales, pocos zapatos habían podido disfrutar.
Un día, llegó la mujer de mi dueño y le dijo a mi dueño: "cariño, sé que te encantan estos zapatos, que ha vivido contigo grandes cosas y que desde que te los compraste las cosas te han ido mejor, pero creo que ya han cumplido un ciclo, podríamos meterlo en la bolsa con ayuda al tercer mundo..."
Ese fue el último día que estuve con lo que ellos conocen como familia.
Me metieron en una bolsa de plástico que llevaron a un cubo con un montón de ropa, que en un tiempo, me imagino, que volví a un sitio cercano donde me fabricaron. Era como volver a casa.
Aquel era un lugar bien diferente al que había estado...No imaginaba así el asilo de los zapatos viejos, pero aceptaría el final de mi vida haciendo lo que había hecho siempre.
Esta vez caí en una familia que andaban prácticamente desnudos y que intentaban ganarse la vida como podían...Caminé mucho, creo que más que en mi anterior tipo de vida y durante muchos años.
Era un vida muy dura, pero sabía que estaba haciendo algo bien, y que para estar en cualquier armario, esperando que algún día me vendan en un mercadillo y me compraran otra familia parecida a la anterior, prefería desgastarme a más no poder y se útil...
Así estuve durante muchos años, me encantaba esa gente, su estilo de vida...
Además, no me lanzaban por los aires en momentos de calentones...
Creo que he sido los zapatos más afortunados y que mejor han vivido su vida, aceptando todo aquello que me iba viniendo...
YO, DE MAYOR, QUIERO SER UN ZAPATO...
3 comentarios:
jaja excelente relato y magníficos zapatos tercermundistas :P
PD: Sinceramente me conmovió la historia. Muy bien relatada
Saludos SimplyOne
bonita historia para pararse a pensar un poco...
besos!
Hola!
Cada día me sorprendes más :)
Hoy vienes con una increíble historia sobre unos bonitos zapatos. Me ha encantado, como ya han dicho, para pararse a pensar un poco.
PD: La canción de 10, como todas las de Pereza. Desgraciadamente aún no tengo Aviones .
Un abrazo. :)
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