20 feb 2012

Carta a todas mis catástrofes

Plantamos inseguridades en forma de azucarillos para café. Endulzas lo amargo de la realidad.
Y es tiempo de mostrar esa burbuja, esa protección anti-tú, ese fracaso de persona ya escrito, y la incertidumbre de vivir haciendo lo que el mundo no espera de una persona corriente, y que haga cosas habituales; de alguien normal.
Habitas este mundo tan frágil, que se puede romper en cualquier momento. Te sientas en ese anden y ves, dejando marchar otro tren, oportunidades que no llenan esos bolsillos ajados, y que no contentan, no son suficientes.

Siempre quieres más, sueñas con lo que no tienes, con ser quien no eres. Aludes a personas y te preguntas de qué árbol se habrán caído, cuando hace tiempo que deberías saber tú del nido que te tiraron.
No sabes nada; piensas que sabes, haces creer que sabes. Falsa soberbia, falso caminar sin mirar los pies; falsas premisas, falsos rencores.

Mientes cuando dices que todo te va bien. Nunca lo ha ido, no sabes ser feliz; lo buscas, lo buscas, pero no sabes que lo has tenido todo, que lo tienes todo, y que con poco que hagas tendrás cuanto has soñado siempre.
Pero no quieres, te apoltronas en el pensamiento negativo, e intentas hacerte creer que nada conseguirás. Nunca, ni tu familia, ha creído en ti. Ni siquiera en ciertos momentos tú has tenido esa confianza, ese "yo estoy aquí; que se pare el mundo".
Las inseguridades son traicioneras. Cómo pretendes confiar en alguien, cuando no haces en ti.
Y fallas, y vuelves a cometer los mismo errores; la cagas, una y otra, y otra vez más. Pero qué más da, nunca te ha importado eso: la indiferencia es una de tus armas, incluso de las más temidas por ti. Tiendes a apartar lo que no te gusta, a cansarte, a cortar las partes podridas, a girar la mirada cuando lo que ves no es de tu agrado.

Quizás sea el calendario, que acecha con disimulo. Quizás sea la sensación de que no haces las cosas todo lo bien que uno se exige a sí mismo. Quizás son las cosas que después de tantos años, ya no es posible cambiar.
Piensas: "serán los demás". Sin quitar un ojo de tu ombligo, lo mandas todo a tomar por culo, y aquí no pasa nada; tal día...un año.

Melodramático por costumbre, alcohol en vena por rutina, hace que la luna siempre esté llena, y que al agonizar una carcajada, no te falte compañía, no te sobre descontrol.
No te faltan hombros. Ves como cada cual va a la suya -y tú también- . Van plantando su semilla, y ves como salen las primeras flores del árbol de la vida. Y tú, con el futuro fruto, no sabes donde colocarlo, donde está ese hueco, ese lugar idóneo para hacer las raíces de tu tiempo. Lo guardas, lo escondes, no lo enseñas: cagón. Tienes miedo a que se rompa, pero olvidas que estando en tu mano también se desgasta; el tiempo se encarga en pocharlo, en desgastarlo. Estás haciendo un capullo en potencia.
Ves las sonrisas, las cosquillas que te maltratan la tripa, que acompañan tus huellas en unos andares fríos por la calle. No es el momento, tampoco el lugar correcto, pero jurarías que es bueno, que roza lo etéreo.

Con la boca demasiado grande para algunas cosas, con los gestos demasiado estrechos para otras; calladito estás más guapo, dicen, no te importaría ser uno más.
Lucha inhumana, contra tu propia autoridad, contra el reflejo de lo que había cuando te mirabas al espejo, contra la rutina amarga que me secuestra entre estas cuatro paredes, donde los restos de stock, los zapatos de payaso, el chupete del bebé, siguen llenando en este sucio canapé.

Deja de pensar, cabrón. No toques más los cojones, no te importa una mierda nada, no quieres importar a nadie, incluso que nadie te importe. Quieres ser juez, pero no parte.
Te han pillado con la vergüenza en pelotas, vistiendo a tus principios en chandal.
Hoy no quieres nada, nadie quiere nada, todo nada te importa.
Que cierren las puertas del cielo, que hoy te quedas en el infierno. Que apaguen las luces, que hoy te pierdes en tu desierto.

Que no es nada nuevo, que es lo de siempre. Que no eres tú, que somos nosotros.
A los vasos se les rebosa el agua de tanto tentar. El viento ya no te da en la cara.
Ahógate en este mar, que el aire te llevará.

No hay comentarios: