30 mar 2012

Bueno, es lo que hay.

Cuando el carácter sale más allá de la piel y transgrede a la persona que tienes delante. Las miradas atraviesan tu cuerpo, sobran las palabras; el precipicio se acerca.

No me arrodillo ante nadie, no me jodas que entro al trapo, no me tomes tontita por tonto. Las toallas caen, desnudo me muestro, defectos al aire, cinturón bien puesto para agarrar a este cuerpo mis complejos.

Odio lo etéreo, lo falto de estima, aquello que no les hace decir a las personas "yo estoy aquí, he venido para morderle a la vida en el cuello".
Con el tiempo, ves que casi nada ni nadie deja de sorprenderte para mal, sabes que en cualquier momento caen. Quizás sean las expectativas; esas falsas expectativas, esos reproches con la boca pequeña, con el puñal en la mano o comiendo la oreja de otros mientras mis oídos pitan a lo lejos.

¿Dirás de una puta vez la verdad? ¿Dejarás de obviarme, de hacer como que no pasa nada? Seguimos en la puta burbuja sin escupir la mierda.
Ya está. No, hoy es el día en el que se ha de tener cuidado conmigo, solo la música y tu voz calma este cuerpo.

Cógeme la cara, que mis ojos se dirijan a los tuyos y dime  "ehhh, Joseeee, que te estoy hablando". Dame un beso si es necesario, pero no dejes que entre en esta dinámica de odio al por mayor, de sangre ardiendo en las venas. Que los días veniales se antojan perfectos buscando un poco esa paz...
De momento, dame solo unos gramos de paciencia...

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