Suenan los cascabeles, la serpiente recorre mi sien, parece
que algo de esto saldrá bien.
A buen recaudo el orgullo, las miradas perdidas, los
calendarios mojados de lágrimas, por suerte de hace ya varios años. Aprendes a
cerrar los ojos, a mirar a otro lado, a darte cuenta que tu ombligo en
ocasiones es más importante y que en la vida las penas vienen en raciones y las
alegrías en chiquititas porciones.
Comprendes que los problemas son aquellos que verdaderamente
son problemas, el resto, son mierdas que nos inventamos para hacer esto un poco
más complicado. Y eso no quiere decir que no tengan su importancia, pero no son
problemas de verdad.
Las olas no se llevan las palabras escritas en la arena y el
viento no me deja oír las palabras de aliento que desde la otra orilla me
gritas.
Las cuatro paredes me comen. Menos mal que me queda la
inmensidad del mar y sueño con la posibilidad de naufragar en una isla, en un
desierto paradisiaco.
Te sientes pequeño, mierda por costumbre, insignificante
ambulante vendedor de la nada; sorpresa que el espejo muestro todo. Y si son
las prisas, las ganas de perder de vista, de sentir que estás fuera de lugar y
que en esta puta casa no pintas nada.
Puede que sea también la falta de alcohol en vena y que este
borracho empedernido siga siendo pueril, ese díscolo sin diástole ni rima
asonante que cada noche lanza una piedra a tu tejado.
Ando descalzo por donde paso, duermo en tristes colchones,
añoro el olor de tu cuello mientras mis labios lo recorren esperando encontrar
al final del camino tu boca.
Y me vienen a la cabeza algunos errores, pequeñas faltas,
imprudencias del destino, saltos de precipicio viendo alejar la mano. Nos
sorprendemos de nosotros mismos, nos cagamos en los pantalones viendo a Peter
meterse en la cama con nosotros – con la que está cayendo-.
El mundo sigue ajeno, a nadie le importa nada, has de
aferrarte a tu ínfima parte del mundo, cuidarla, cultivarla y así, solo así,
poder lograr obtener los frutos de una cosechada felicidad. Quizás sea falsa,
pero supongo que nosotros, las personas, aspiramos a eso.
Tanta inteligencia para esta puta mierda, para lograr qué…
Y mientras tanto tú cebando culos, priorizando toda la puta
vida, pensando que eres algo que nunca has sido y que lo siento, pero hace años
que es tarde.
Me suda un orificio nasal las cosas. No sé que es lo
importante en esta mierda, pero me niego a darle más relevancia que estas
líneas de desahogo.
La diferencia entre los dos es que yo no soy como tú. Qué
tontería no… Pero es así de simple. Por suerte, todo y cuanto soy, es por mi;
eso que hace sonreír a la gente y aquello que hace erizar los bigotes.
Lo que me puede consolar en estos momentos es alzar la
cabeza y ver a lo lejos una inmensa cantidad de agua, algo alucinante e
inalcanzable. Similitud con la vida; ese océano que aunque parece tan grande y
poderoso te hace tropezar en la roca correcta y nadar en la dirección perfecta.
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