Recortando en canciones que hablen de nosotros, estimulando los momentos que pasados por lluvia todo hace más eterno. Que lo complicado es empezar con una hoja en blanco, romper la cuadratura del sonido, dejarse lo que sobra en los bolsillos.
No me quedan uñas, las perdí agarrándome del precipicio, creyendo que lo eterno era etéreo. Nos sobran cartas de despedida, botellas vacías, pantalones bajados, fotos en la pared. Somos la tarta de un dieciocho cumpleaños, el otoño que va asomando, el niño que levanta la mano. Obviamos nuestras manos, te acostumbraste al calendario, rompí el silencio con un grito seco, guardamos la ropa antes del diluvio.
Mientras tanto, esperamos el siguiente tren en la estación del olvido, sobrándonos los motivos, suplicándonos un par de segundos. Los parques te echan de menos, no todos los días son domingo. Nadie se alimenta de tu ombligo y nadie se lo mira más que uno mismo. Esconder bajo la cama momentos, viejas historias, proyectos, retratos de lo que no soy. Que el escritor nos dejó plantados y la noria sigue girando.
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